sábado, 22 de agosto de 2020

Qué tiene que ver la memoria implícita con el covid19 y otras enfermedades de las personas y del planeta

Sólo cuando aprendemos a hablar tenemos palabras que nos permiten tener memorias que podemos hacer explícitas. Pero antes de que esto sea posible tenemos un montón de experiencias que se organizan en lo que se llama memoria implícita que queda registrada en nuestro cuerpo. Constituye la tonalidad emocional de trasfondo de nuestra vida donde tienen sus raíces las creencias que tenemos respecto a cómo somos, cómo es el mundo y qué podemos conseguir en la vida.

Cuando llegamos al mundo, nos sintonizamos con nuestro entorno, que a menudo está dominado por experiencias no resueltas de nuestros padres y abuelos que dominan el ambiente en casa. Una exploración a fondo revela que a menudo se trata de experiencias colectivas que dominan también el ambiente en nuestro país y -mirando con una perspectiva ancha- se observa que incluso dominan el ambiente en el mundo entero. La explotación desmedida de la naturaleza, la injusticia social, la violencia a pequeña y gran escala y la falta generalizada de cohesión social y de reconocimiento de la interconexión de todas las formas de vida son síntomas. Actualmente, la sensación de impotencia generalizada ante los peligros del covid19 y las medidas decretadas para hacerle frente, parece activar los registros en la memoria implícita en el cuerpo de todos.

Las sensaciones relacionadas con experiencias que heredamos de nuestros padres y abuelos son demasiado grandes para poder metabolizarlas nosotros cuando somos pequeños. Se quedan inscritas en los tejidos del cuerpo por debajo del umbral de la conciencia. Desde allí emiten vibraciones que determinan una gran parte de nuestra experiencia y de nuestras actuaciones, sin que nos demos cuenta. A lo largo de nuestra vida nos llevan a hacer todo tipo de esfuerzos para mantener fuera de la experiencia consciente y para irnos sobreponiendo a ellos. No obstante, por más que nos esforzamos, por más a fondo que consigamos hacerlo, no desaparecen. Cuando las sentimos, nos parecen expresión de algo personal nuestra. No se nos ocurre que pueden ser manifestación de una situación colectiva que pide una resolución.  

Aprender a reconocer los patrones que tienen sus raíces en la memoria implícita es la esencia del trabajo de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos para poder distinguir lo que pertenece al pasado de lo que es experiencia del momento presente y para poder continuar las etapas del desarrollo que se quedaron truncadas debido a las experiencias traumáticas no reconocidas y no resueltas propias y de las generaciones anteriores.

La comprensión -cognitiva y sensorial- de las formas cómo la experiencia se organiza en el cuerpo da lugar a un estado de conciencia dual que permite observar el flujo de las sensaciones que transcurren en el cuerpo. Si conseguimos aflojar la tensión que mantiene por debajo del umbral de la conciencia las sensaciones que de pequeños no podíamos tolerar, o si nuestras defensas bajan por alguna razón u otra, estas sensaciones afloran. Entonces podemos observarlas, discernirlas e identificarlas. Esta observación es posible porque las partes adultas, con su conciencia desarrollada, pueden poner en perspectiva el flujo de sensaciones sin caer en ella. Así podemos evaluar si lo que sentimos realmente pertenece a la situación actual o si podría ser un reflejo del pasado. Sensaciones que eran intolerables, se pueden llegar a tolerar cuando se sabe que reflejan un registro del pasado que -al menos en un porcentaje considerablemente elevado- es responsable de la intensidad con la que las sentimos. Aunque la situación presente se parece en algunos -o muchos- aspectos, al reconocer los contextos donde las sensaciones tuvieron su origen, llega a ser posible entender su intensidad y - con suerte- lo que intentan comunicar para poder ocuparnos de forma eficaz de procurarnos lo que necesitamos para restablecer el equilibrio interno. 

Si estas sensaciones nos inundan, sin entender qué nos está pasando, es fácil que nos arrastren a reacciones de rechazo intensos, que incluso pueden desencadenar reacciones de pánico y, a corto plazo, producir dificultades para respirar ... con las manifestaciones biofísicas y bioquímicas correspondientes, o a reacciones histéricas que amplifican la intensidad aún más en un círculo vicioso sin salida. A medio y largo plazo generan condiciones que causan enfermedades. La activación de los registros en la memoria implícita de experiencias traumáticas propias en la primera infancia o heredadas de los padres y abuelos puede ser un factor que contribuye a desencadenar las reacciones excesivas del sistema inmunitario en las personas que sufren las manifestaciones más duras de la infección con covid19.

Con la comprensión cognitiva y sensorial de que estas sensaciones tienen su origen en la memoria implícita es posible observarlas sin dejarse llevar por ellas y ganar un margen de libertad suficiente como para ocuparnos de permitir los movimientos de la respiración. Así ni los pulmones ni el sistema nervioso sufren grandes alteraciones. Nos permite mantener la calma de manera que el sistema inmunitario puede desarrollar una respuesta eficaz frente a la enfermedad sin caer en reacciones excesivas ni deprimirse sino que puede proteger nuestra salud.

El estado de indefensión ante procesos que nos sobrepasaban en muchos casos es similar a aquello con lo que nos sintonizamos de niño, a lo que heredamos de nuestros padres y abuelos. Reconocer las sensaciones en el contexto donde tuvieron su origen nos puede ayudar a bajar unas barreras que creamos en la primera infancia para protegernos contra la intensidad de las sensaciones que nuestros padres y abuelos procuraban apartar de su conciencia, pero que la sensibilidad de la niña pequeña -o del niño pequeño- detectaba sin filtros, transcurriendo en el propio cuerpo.

A menudo, lo que hicimos en nuestro cuerpo para protegernos contra todo aquello nos impidió recibir el amor de nuestros padres como habríamos necesitado. Nos fragmentó y aisló partes de nosotros que se quedaron encerradas en nuestro interior, separadas del mundo, sin poder participar en el desarrollo del resto de nuestra persona. A pesar de estar apartadas de nuestra conciencia, desde el trasfondo influyen en la tonalidad emocional de nuestra vida e irrumpen con plena fuerza cuando nuestras defensas bajan. De muchas maneras determinan nuestras formas de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo en general. Determinan nuestras formas de movernos a la vida. El proceso de reconocer estas barreras y de ocuparnos de bajarlas para permitir un contacto sensorial profundo con nuestro entorno puede durar años. Tiene muchas facetas. Pero embarcarnos en él y comprometernos con el ser vivo que somos a recuperar la conexión perdida y rescatar las partes que el patrón de tensión habitual mantiene cautivo se puede hacer en un momento.

En primer lugar se trata de tomar conciencia de cómo nos situamos en relación a nuestra vida interior y en nuestro entorno. Es importante no intentar abordar toda la problemática entera para resolverla de una vez por todas sino, momento a momento, enfocar la atención en sentir el apoyo del suelo bajo nuestros pies, la silla donde nos sentamos, la cama donde yacemos y darnos tiempo para los movimientos respiratorios, uno a uno. Sobre todo en días duros, que puede haber durante este proceso, días cuando parece que no tenemos fuerzas para hacer frente a todo eso y que todo aquello nos supera, entonces más que nunca, es importante darnos cuenta de lo que es real ahora, en el momento presente, lo más inmediato, el suelo bajo los pies y los movimientos respiratorios, y orientarnos en relación con la fuerza gravitatoria para poder recibir con todo el cuerpo el apoyo del suelo (de la Tierra) y poder dejar fluir los movimientos respiratorios con la máxima libertad. Así, aunque las mismas historias de siempre vayan dando vueltas en la cabeza con las mismas sensaciones de siempre, vamos desarrollando una parte de nuestra conciencia que hace las funciones de observador. Nos ayuda a darnos cuenta de que son las mismas historias de siempre con las mismas sensaciones, que brotan de la memoria implícita instalada en nuestro cuerpo y que no son ninguna realidad absoluta. Quizás las sensaciones reflejan algo que fue realidad en un momento dado de nuestra vida en unas circunstancias concretas, pero ni siquiera eso es absolutamente seguro.

Lo que sí es cierto al cien por cien es que nuestras facultades eran muy limitadas en el momento cuando aquello se quedó registrado en la memoria implícita y nos organizamos alrededor de unas experiencias cuyos significados entonces no podíamos entender. Ahora tenemos herramientas y recursos que entonces ni siquiera podíamos imaginar. Ahora tenemos la capacidad de dejar aquellas historias a un lado, cuando se presentan. Podemos decir a las partes que se aferran a ellas que en otro momento evaluaremos si lo que nos quieren hacer creer realmente es así o no y, si fue así en el pasado, si aun lo es. Lo que es ahora, queremos poner nuestra atención en el apoyo que está disponible ahora; con la espiración queremos orientarnos hacia el espacio más hondo de lo que somos como ser vivo y dejar que allí se inicie el movimiento de la inspiración para abastecernos con aire, el alimento que está a nuestro alcance ahora y aquí, con el suelo que nos sotiene, nuestra base de apoyo en el mundo natural. Queremos cultivar esta experiencia sentida de la conexión con la naturaleza. Somos una parte de ella, pertenecemos. Podemos pedir a las partes que nos quieren mantener anclados en las mismas dinámicas de siempre que, por favor, aflojen un poco y nos ayuden a enfocar nuestra atención en el suelo y los movimientos de la respiración porque así es mucho más factible cuidarnos para proteger nuestra salud y la de los demás.

Quizás, nos damos cuenta de que nos habíamos identificado con experiencias que en realidad eran de nuestros padres o abuelos en la guerra o la dictadura que determinó sus vidas. Cuando podemos dejar con ellos lo que es suyo, encontramos una orientación nueva en relación con ellos y con el resto del mundo. Podemos ser hijos y nietos, agradecidos por poder aprender de la experiencia de los que han venido antes de nosotros y por tener las oportunidades que la vida nos ofrece ahora. Y podemos aprender a ser la persona adulta que sabe procurar a las partes infantiles lo que aun necesitan para acabar de desarrollarse.

Los registros en la memoria implícita pertenecen a experiencias de la primera infancia. El niño depende totalmente de que la madre entiende lo que le pasa. El sistema nervioso de los dos está enredado y, de hecho, este enredamiento perdura toda la vida. Nos interconecta con todas las formas de vida en todas partes. Cuando nuestro sistema nervioso madura y se crean las estructuras necesarias para desarrollar la conciencia de ser un individuo, un "yo", las funciones receptivas que vehiculan la percepción sensorial de los procesos internos y de la relación con el exterior, pasan a segundo plano. Pero a todas horas, de forma ininterrumpida, un montón de información viaja a través de estas redes de interconexión entre el individuo y su entorno próximo y lejano. Determina un amplio abanico de nuestros comportamientos. Aunque nos creemos que algo pertenece a nuestra experiencia personal e íntima, a menudo se trate de procesos colectivos y universales.

Ejercitar nuestra percepción sensorial, nos permite discernir las sensaciones que fluyen por la red y ser la persona adulta que ayuda al niño a desarrollar los aspectos que se quedaron encalladas en el pasado. Así ejercitamos nuestra capacidad de respuesta y podemos liberarnos de la reactividad propia de los patrones de conducta inconscientes. Es una tarea imprescindible para todos los que sentimos el sufrimiento de la Tierra y queremos curar el trauma colectivo que la sacude y nos sacude a todos los que vivimos en ella. Es una tarea importante para el trabajo personal de cada uno y para la confluencia del trabajo de todos. En nuestro cuerpo la red se extiende desde las grandes estructuras superficiales hasta el interior de los núcleos de las células en forma de la organización cristalina líquida del agua de hidratación de todos los tejidos. Nos convierte en antenas, receptoras y emisoras.

He aquí una pequeña herramienta que puedes escuchar para ayudarte a activarla:

 Percepción sensorial sentado en silla con los pies en el suelo

www.dfa-europa.com

© Brigitte Hansmann
Practicante de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos, autora de los libros Con los pies en el suelo y Respirar con árboles, y de numerosos artículos publicados en revistas y blogs, analista de patrones arquetípicos, traductora y estudiante y profesora del Dharma

viernes, 21 de agosto de 2020

Què té a veure la memòria implícita amb el covid19 i altres malalties de les persones i del planeta

Només quan aprenem a parlar tenim paraules que ens permeten tenir memòries que podem fer explícites. Però abans de que això sigui possible tenim un munt d’experiències que s’organitzen en el que s’anomena memòria implícita que queda registrada en el nostre cos. Constitueix la tonalitat emocional de rerefons de la nostra vida on tenen les seves arrels les creences que tenim respecte a com som, com és el món i què podem aconseguir a la vida. 

Quan arribem al món, ens sintonitzem amb el nostre entorn, que sovint està dominat per experiències no resoltes dels nostres pares i avis que dominen l’ambient a casa. Una exploració a fons revela que sovint es tracta d’experiències col·lectives que dominen també l’ambient al nostre país i –mirant amb una perspectiva ampla- s’observa que fins i tot dominen l’ambient al món sencer. L’explotació desmesurada de la naturalesa, l’injustícia social, la violència a petita i gran escala i la manca generalitzada de cohesió social i de reconeixement de la interconnexió de totes les formes de vida en són símptomes. Actualment, la sensació d’impotència generalitzada davant els perills del covid19 i les mesures decretades per fer-hi front, sembla activar els registres a la memòria implícita en el cos de tothom.
 

Les sensacions relacionades amb experiències que heretem dels nostres pares i avis són massa grosses per poder metabolitzar-les nosaltres quan som petits. Es queden inscrites en els teixits del cos per sota el llindar de la consciència. Emeten vibracions que determinen una gran part de la nostra experiència i de les nostres actuacions, sense que ens n'adonem. Al llarg de la nostra vida ens porten a fer tota mena d’esforços per mantenir-les fora de l’experiència conscient i per anar-nos-hi sobreposant. Per més que ens esforcem, però, i per més be i més a fons que aconseguim fer-lo, no desapareixen. Quan les sentim, ens semblen expressió d’alguna cosa personal nostra. No s’ens acudeix que poden ser manifestació d’una situació col·lectiva que demana una resolució.
 

Aprendre a reconèixer els patrons que tenen les seves arrels en la memòria implícita és l’essència del treball de DFA Reconeixement de Patrons Somàtics per poder distingir el que pertany al passat del que és experiència del moment present i per poder continuar les etapes del desenvolupament que es varen quedar truncades degut a les experiències traumàtiques no reconegudes i no resoltes pròpies i de les generacions anteriors.
 

La comprensió –cognitiva i sensorial- de les formes com l’experiència s’organitza en el cos dona lloc a un estat de consciència dual que permet observar el flux de les sensacions que transcorren al cos. Si aconseguim afluixar la tensió que manté per sota el llindar de la consciència les sensacions que de petits no podíem tolerar, o si les nostres defenses baixen per alguna raó o una altra, aquestes sensacions afloren. Aleshores podem observar-les, discernir-les i identificar-les. Aquesta observació es possible perquè les parts adultes, amb la seva consciència desenvolupada, poden posar en perspectiva el flux de sensacions sense caure-hi. Així podem evaluar si allò que sentim realment pertany a la situació actual o si podria ser un reflex del passat. Sensacions que eren intolerables, es poden arribar a tolerar quan se sap que reflecteixen un registre del passat que –al menys en un tant per cent considerablement elevat- és responsable de la intensitat amb la que les sentim. Encara que la situación present s’hi sembla en alguns –o molts- aspectes, en reconèixer els contextos on les sensacions varen tenir el seu origen, arriba a ser possible entendre la seva intensitat i – amb sort- el que intenten comunicar per poder ocupar-nos de forma eficaç de procurar-nos allò que necessitem per restablir l’equilibri intern.
 

Si aquestes sensacions ens inunden, sense entendre què ens està passant, és fàcil que ens arrastren a reaccions de rebuig intensos, que fins i tot poden desencadenar reaccions de pànic i, a curt termini, produir dificultats per respirar... amb les manifestacions biofísiques i bioquímiques corresponents, o a reaccions histèriques que amplifiquen la intensitat encara més en un cercle viciós sense sortida. A mig i llarg termini generen condicions que esdevenen malalties. L’activació dels registres de la memòria implícita d’experiències traumàtiques pròpies a la primera infantesa o heretades dels pares i avis pot ser un factor que contribueix a desencadenar les reaccions excessives del sistema immunitari en les persones que pateixen les manifestacions més dures de la infecció amb covid19.  
 

Amb la comprensió cognitiva i sensorial que aquestes sensacions tenen el seu origen a la memòria implícita és possible observar-les sense caure-hi i guanyar un marge de llibertat suficient com per ocupar-nos de permetre els moviments de la respiració. Així ni els pulmons ni el sistema nerviós pateixen grans alteracions. Ens permet mantenir la calma de manera que el sistema immunitari pot desenvolupar una resposta eficaç envers la malaltia sense caure en reaccions excessives ni deprimir-se sinó que pot protegir la nostra salut.
 

L’estat d’indefensió davant processos que ens sobrepassaven en molts casos és semblant a allò amb el que ens vam sintonitzar d’infant, a allò que vam heretar dels nostres pares i avis.  Reconèixer les sensacions en el context on varen tenir el seu origen ens pot ajudar a baixar unes barreres que vam crear a la primera infantesa per protegir-nos contra la intensitat de les sensacions que els nostres pares i avis procuraven apartar de la seva consciència, però que la sensibilitat de la nena petita –o del nen petit- detectava sense filtres, transcorrent en el propi cos.
 

Sovint, el que vam arribar a fer al nostre cos per protegir-nos contra tot allò ens va impedir rebre l’amor dels nostres pares com l’hauríem necessitat. Ens va fragmentar i va aïllar parts de nosaltres que es varen quedar tancades a dins, separades del món, sense poder participar en el desenvolupament de la resta de la nostra persona. Malgrat estar apartades de la nostra consciència, des del rerefons influeixen en la tonalitat emocional de la nostra vida i irrompen amb plena força quan les nostres defenses baixen. De moltes maneres allò va determinar les nostres formes de relacionar-nos amb nosaltres mateixos, amb els altres i amb el món en general. Va determinar les nostres formes de moure’ns a la vida. El procés de reconèixer aquestes barreres i d’ocupar-nos de baixar-les per permetre un contacte sensorial profund amb el nostre entorn pot durar anys.Té moltes facetes. Però embarcar-nos-hi i comprometre’ns amb l’ésser viu que som a recuperar la connexió perduda i rescatar les parts preses al patró de tensió habitual es pot fer en un moment.
 

En primer lloc es tracta de prendre consciència de com ens situem en relació a la nostra vida interior i al nostre entorn. És important no intentar abordar tota la problemàtica sencera per resoldre-la d’una vegada per totes sinó, moment a moment, enfocar l’atenció en sentir el suport del terra sota els nostres peus, la cadira on seiem, el llit on jaiem i donar-nos temps pels moviments respiratoris, un a un. Sobre tot en dies durs, que pot haver-hi durant aquest procés, dies quan sembla que no tenim forces per fer-hi front i que tot allò ens supera, aleshores més que mai, és important adonar-nos del que és real ara, al moment present, allò més immediat, el terra sota els peus i els moviments respiratoris i orientar-nos en relació amb la força gravitatòria per poder rebre amb tot el cos el suport del terra (de la Terra) i poder deixar fluir els moviments respiratoris amb la màxima llibertat. Així, encara que les mateixes històries de sempre van donant voltes al cap amb les mateixes sensacions de sempre, anem desenvolupant una part de la nostra consciència que fa les funcions d’observador. Ens ajuda a adonar-nos que són les mateixes històries de sempre amb les mateixes sensacions, que brollen de la memòria implícita instal·lada al nostre cos i que no són cap realitat absoluta. Potser les sensacions reflecteixen alguna cosa que va ser realitat en un moment donat de la nostra vida en unes circumstàncies concretes, però ni tan sols això és absolutament segur.
 

El que sí és cert al cent per cent és que les nostres facultats eren molt limitades en el moment quan allò es va quedar registrat a la memòria implícita i ens vam organitzar al voltant d'experiències amb significats que aleshores no podíem entendre. Ara tenim eines i recursos que aleshores ni tan sols en podíem imaginar. Ara tenim la capacitat de deixar aquelles històries de banda, un cop i un altre. Podem dir a les parts que s’aferren a aquestes històries que en un altre moment evaluarem si el que ens volen fer creure realment és així o no, i si va ser així en el passat, si encara ho és. El que és ara, volem posar la nostra atenció en el suport que és disponible ara; amb l'espiració volem orientar-nos cap a l'espai més fons del que som com ésser viu i deixar que s'hi iniciï el moviment de la inspiració per abastir-nos amb l'aire, el nodriment que està al nostre abast ara i aquí, amb el terra que ens sosté, la nostra base de suport en el món natural. Volem cultivar aquesta experiència sentida de la connexió amb la natura. En som una part. Hi pertanyem.  Podem demanar a les parts que ens volen mantenir ancorats en les mateixes dinàmiques de sempre que, si us plau, afluixin una mica i ens ajudin a enfocar la nostra atenció al terra i als moviments de la respiració perquè així és molt més factible tenir curar de la nostre salut i de la dels altres. 

Potser, ens adonem que ens havíem identificat amb experiències que en realitat eren del nostres pares o avis a la guerra o dictadura que varen determinar les seves vides. Quan podem deixar amb ells el que és seu, trobem una orientació nova en relació amb ells i amb la resta del món. Podem ser fills y nets, agraïts per poder aprendre de l’experiència dels que han vingut abans de nosaltres i per tenir les oportunitats que la vida ens ofereix ara. I podem aprendre a ser l'adult que sap procurar a les parts infantils allò que encara necessiten per acabar de desenvolupar-se.
 

Els registres a la memòria implícita pertanyen a experiències de la primera infantesa. L’infant depèn totalment de que la mare entén el que li passa. El sistema nerviós dels dos està enxarxat i, de fet, aquest enxarxament perdura tota la vida. Ens interconnecta amb totes les formes de vida arreu. Quan el nostre sistema nerviós madura i es creen les estructures necessàries per desenvolupar la consciència de ser un individu, un “jo”, les funcions receptives que vehiculen la percepció sensorial dels processos interns i de la relació amb l’exterior, passen a segon pla. Però a totes hores, de forma ininterrompuda, un munt d’informació viatja a través d’aquestes xarxes d’interconnexió entre l’individu i el seu entorn proper i llunyà. Determina un ampli ventall dels nostres comportaments. Encara que ens creiem que una cosa pertany a la nostra experiència personal i íntima, sovint es tracte de processos col·lectius i universals.
 

Exercitar la nostra percepció sensorial, ens permet discernir les sensacions que flueixen per la xarxa, ser la persona adulta que ajuda a l’infant a desenvolupar els aspectes que es varen quedar encallades al passat per tenir capacitat de resposta i alliberar-nos de la reactivitat pròpia dels patrons de conducta inconscients. És una tasca imprescindible per tots els que sentim el patiment de la Terra i volem tenir cura del trauma col·lectiu que la colpeja i ens colpeja a tots els que hi vivim. És una tasca important pel treball personal de cadascú i per la confluència del treball de tots plegats. En el nostre cos la xarxa s’estén des de les grans estructures superficials fins a l’interior dels nuclis de les cèl·lules en forma de l’organització cristal·lina líquida de l’aigua d’hidratació de tots els teixits. Ens converteix en antenes, receptores i emissores. Aquí teniu una petita eina per escoltar que us ajudarà a activar-la:  

Percepció sensorial asseguts en cadira amb els peus a terra 

www.dfa-europa.com 

© Brigitte Hansmann
Practicant de DFA Reconeixement de Patrons Somàtics, autora dels llibres Con los pies en el suelo i Respirar con árboles, i de nombrosos articles publicats en revistes i blogs, analista de patrons arquetípics, traductora i estudiant i professora del Dharma 

martes, 11 de agosto de 2020

Contacto íntimo

Cualquier momento es precioso cuando lo compartimos íntimamente con otra persona. El mundo interno de una persona se encuentra con él de otra, vibran juntos y el momento centellea. Es así cuando estamos enamorados, y puede serlo en todo momento, enamorados o no, incluso cuando estamos a solas. Hasta el momento más difícil es enriquecedor cuando tienes contacto íntimo contigo, y sólo la mitad de difícil si puedes compartir honestamente lo que sientes con otro. 

¿Conoces la sensación de estar con otras personas, incluso amigos o familiares cercanos, pero sientes una distancia que te separa de ellos? No encuentras la manera de acercarte; por más que hagas o digas, no llegas. Sientes algo adentro, pero no te atreves a decirlo o, tal vez, ni sabes qué es lo que sientes. Sólo hay una vaga sensación de que la vida transcurre allí fuera y te cuesta un esfuerzo tremendo participar, o ni siquiera lo logras. Algunas personas sienten angustia, opresión o depresión… No queremos tener esta clase de sensaciones porque hemos aprendido a atribuirles un significado absoluto, cuando lo único que hacen es advertirnos de algo que requiere nuestra atención. Si tenemos contacto íntimo con nuestro interior, donde tienen lugar estas sensaciones, podemos saber qué necesitaríamos para sentirnos mejor. Pero al apartarlas, nos apartamos de la parte de nosotros que sabe cómo podríamos remediar nuestro malestar. Perdemos contacto íntimo con nuestro mundo interior y con los demás. Evitamos intimar, porque la intimidad suscita esas sensaciones que no queremos tener.

Cuando crecimos, para protegernos en situaciones que percibimos como amenazantes, dolorosas o indeseables de algún otro modo, tensamos unos músculos u otros para interrumpir el flujo de las sensaciones producidas por esas situaciones. Con el tiempo la tensión se vuelve habitual y se constituye en un patrón de tensión. La tensión funciona como un filtro de nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. A través de este filtro percibimos lo que ocurre en el momento presente en función de nuestra experiencia en el pasado. Entonces no estamos realmente en la situación en la que nos encontramos, sino en el reflejo de alguna situación de nuestro pasado.  

Lo que nos atrapa en el pasado puede ser incluso un reflejo de situaciones traumáticas que nuestros padres o nuestros abuelos no lograron metabolizar en el contexto de las guerras y dictaduras en las que vivieron. Por naturaleza, cuando llegamos al mundo, nos sintonizamos con la tonalidad emocional de nuestros progenitores y cuidadores, con lo cual tendemos a adoptar enteros los mecanismos de defensa que les permitieron sobrevivir y también pedazos de imágenes y recuerdos de situaciones traumáticas que apartaron de su experiencia consciente. Sin embargo, carecemos de contexto en la propia experiencia y, ya sea por las propias dinámicas de las reacciones traumáticas o sea por los peligros inherentes al ambiente represivo de guerra y dictadura, debido al silencio que dominaba el ambiente familiar en casa, no tenemos palabras para verbalizar lo que sentimos, ni podemos pensar y reflexionar sobre ello, es decir, no podemos procesar ni metabolizarlo. Así tomamos como personales o pertenecientes al ámbito familiar muchas cosas que en realidad forman parte del entorno colectivo.

En las sesiones de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos trabajamos con los patrones de tensión directamente en el cuerpo. En las sesiones presenciales usamos una intervención manual que nos permite tomar contacto con los espacios en el interior del cuerpo a los cuales habíamos perdido el acceso y que, como mucho, notamos cuando nos duelen. En las sesiones telemáticas usamos la palabra para dirigir la atención en la exploración de las relaciones entre los espacios interiores y los exteriores, entre el cuerpo y el mundo natural del cual somos  una parte.  Al sensibilizarnos hacia las formas físicas del cuerpo, exploramos también los contenidos emocionales y mentales de estas formas. Hay un diálogo sensorial y verbal que devuelve a la conciencia aquellas partes de la experiencia que no pudimos asimilar cuando éramos niños y que siguen interponiéndose en la experiencia del adulto.

Como practicantes de DFA ayudamos a la persona adulta a encontrar nuevos recursos y a desarrollar comportamientos alternativos, nuevas opciones. Traducimos lo que cuerpo y psique expresan para que la mente adulta pueda comprenderlo. En el proceso llega a ser posible reconocer registros de generaciones anteriores y restablecer los vínculos dañados por los traumas propios y heredados. Con la experiencia del apoyo disponible en el momento presente y de los movimientos de la respiración encontramos formas que nos permiten dejar las cosas del pasado en el pasado y orientarnos en el presente hacia donde queramos dirigirnos.

Cuando la persona adulta tiene el conocimiento sensorial y cognitivo que le permite identificar su patrón de tensión primario, momento a momento, tiene la posibilidad de ir más allá de las limitaciones del patrón y explorar otras opciones, sintiendo su cuerpo apoyado en el campo gravitatorio de nuestro planeta, descansando en los brazos de Madre Tierra. En ese momento puede estar presente, en contacto íntimo consigo misma, con otra persona y con el mundo entero. Entonces ese momento centellea, sea un momento difícil, un momento de dicha o un momento cualquiera.

© Brigitte Hansmann

www.dfa-europa.com

Practicante de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos, autora de los libros Con los pies en el suelo y Respirar con árboles así como de numerosos artículos publicados en revistas y blogs, analista de patrones arquetípicos, traductora y estudiante y profesora del Dharma.