viernes, 12 de abril de 2019

Saber atarse los zapatos

Hace poco hice la reflexión que, desde el punto de vista de la analista de patrones somáticos y arquetípicos que soy, las aseveraciones del Jefe de Estado, de numerosos funcionarios de la judicatura y políticos españoles de que España es un Estado de derecho democrático consolidado y maduro, en vistas de sus actitudes, de su declaraciones y de sus actos, suenan como las aseveraciones de un niño de dos años y medio que proclama que sabe atarse los zapatos él solito. (La transición) Unos días más tarde tuve la dolorosa experiencia de lo que puede pasar cuando uno no ata bien los cordones.

A un niño de dos años y medio, probablemente, no le pasa gran cosa, por más veces que se caiga. Pero una estructura entrada en años puede sufrir daños muy graves, si aquello con lo que se apoya en los cimientos de la realidad material no queda bien atado, tal como sucede cuando los dirigentes de un Estado se niegan a reconocer la responsabilidad de los efectos causados por los actos cometidos por sus agentes: la capacidad de esa estructura de desarrollarse queda atascada en un estado de inmadurez perpetua sin poder alcanzar la madurez que le correspondería por mayoría de edad. Desde la sombra del inconsciente asoma la responsabilidad negada, de forma continua, como una amenaza la cual, sin embargo, no suele reconocerse como propia, sino que se proyecta en otros que se combaten a capa y espada. La culpa inconsciente suele llevar a fracasos, actos fallidos y bancarrotas reiterados.

Hacía años que no me había puesto las botas de montaña. Mientras até los cordones pensé en hacer un doble lazo pero, por alguna razón que no logro recordar, no lo hice. Después de salir de casa para coger el autobús, al cabo de poco, me di cuenta de que uno de los cordones se estaba soltando. Justo iba a dar un paso al lado para atarlo bien, cuando mi marido lo pisó. Y caí. Di con el canto de la mano contra el canto de un umbral y se rompió el quinto metacarpiano de la mano izquierda.

Pasó el Día Mundial del Agua y estábamos de camino a ver a una amiga, con quien comparto una fascinación por las cualidades derivadas de la organización cristalina líquida del agua bajo determinadas condiciones, y a su compañero jurista. En vez de poder ir a la montaña, respirar con árboles y profundizar en los temas que nos fascinan, fui al CAP desde donde me derivaron a Sant Pau para enyesar mi mano y valorar si tienen que operar.

Y sí, me tuvieron que operar. Aunque fue una fractura oblicua limpia, una parte del hueso se desplazó respecto a la otra y había que fijarla en su sitio hasta que cure. Con una inserción mínima introdujeron una aguja en el hueso que luego se podrá retirar sin otra intervención. ¡Una maravilla!

Aquel fin de semana hubo muchos accidentes mortales, entre ellos el de una mujer que fue atropellada esperando el autobús. También el daño causado por mi caída habría podido ser mucho más grave. Habría podido dar con la cabeza contra el canto de la portería, cosa que a mi marido le pareció que estuvo a punto de suceder. Si me hubiera tensado, el impacto podría haberme quebrado la cabeza. Por suerte, cuando noto que no puedo evitar caer, sé aflojarme del todo. Si hubiera caído sobre plano, el daño se habría limitado a unos hematomas. Pero como allí estaba el umbral….

¿Por qué no hice un doble lazo? ¿Un acto fallido? ¿Me falló la memoria? ¿Algo qué necesito entender? Sigo observando lo que va sucediendo y lo que voy decidiendo…

Sea como fuere, ya que el daño estaba hecho, decidí aprovechar la ocasión para desarrollar nuevas formas de trabajar y, siendo un trozo del mundo, para curar lo que necesita ser curado en el mundo en la medida en que esté a mi alcance. Resulta que para ello tengo que recurrir a un equipo de cirugía. ¡Qué suerte que esté a mi disposición! Aun siendo secuestrado por la industria farmacéutica, la atención sanitaria en este país es una de las mejores del mundo. ¡Ojalá podamos liberarlo de sus secuestradores!  

Uno de los grandes dolores que me hicieron sufrir durante muchos años era la sensación de que haga lo que haga, nunca va a ser suficiente, hasta que descubrí que soy una parte del todo, perfectamente interconectada e interrelacionada con todo. No se trata de ser suficiente, de intentar ser mejor de lo que soy. Se trata de desarrollar mi capacidad de relacionarme con el todo y con los diversos aspectos del todo con los que entro en contacto, del modo que sea preciso en cada momento para que la situación pueda transcurrir de la forma más propicia posible. Una gran parte de ello pasa por desarrollar la capacidad de escucha, de receptividad, de percepción clara. Claro, luego, también conviene saber hacer algo al respecto. Pero muchas veces, lo que hace falta hacer se desprende de la percepción de la cosa concreta en relación al conjunto del contexto en el que aparece. Es importante conservar en todo momento esa amplitud de miras.

Cuando le dije a mi marido que me había caído porque pisó el cordón de mi bota, se molestó. Solo le estaba informando de lo que había pasado. Siento mucho no haber tenido el debido cuidado. La  culpa fue mía por no atar bien el zapato. En general, los españoles suelen ser muy susceptibles ante cualquier afirmación que pueden interpretar como que se les está culpando de algo mal hecho. Sobre todo, cuando realmente hay una culpa, fácilmente reaccionan con enfado. Cuando se coge a un político español con las manos en la masa, lo primero que suele decir es: »¡No voy a dimitir!«

El otro día dieron la noticia que el presidente de México escribió al rey y al presidente de España pidiéndoles una disculpa por los abusos y las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas de las Américas por los conquistadores. El rey niega haber recibido ninguna carta y la Moncloa reaccionó con enfado. ¡Típico! El líder del Partido Popular, Pablo Casado, calificó las cartas del presidente de México como ignorantes y una afrenta al Estado español.

Mientras no se reconoce una culpa, esta se perpetúa, generación tras generación, acarreando fracasos y bancarrotas. No hace falta más que mirar la historia española, veintitantas bancarrotas en los últimos quinientos años. En cambio, si la culpa se reconoce, se puede asumir la responsabilidad, pedir perdón y la relación dañada puede repararse. Sin ese reconocimiento, desde la sombra del inconsciente la culpa constituye una amenaza que suele ser percibida como proveniente de fuera. Entonces se culpa a otros del daño que uno mismo ha hecho y se les combate porque la sombra proyectada sobre ellos se experimenta como una amenaza intolerable. De este modo se siembra conflicto y se crea separación. Aunque personalmente uno no haya participado en los hechos -yo no participé en el holocausto ni en la fabricación de armas de destrucción masiva- la culpa afecta al colectivo entero, cada uno de los individuos que lo componen, generación tras generación. Quienes la reconocen pueden situarse respecto a ella, emprender la labor de reparación y asegurarse de no caer en una ciega repetición. Quienes la niegan son dominados por ella y, poseídos por un complejo autónomo de la psique que eclipsa sus facultades de percepción y raciocinio, la repiten con una férrea convicción de que la culpa de sus actos es de otros.

Según el gran sabio del psicoanálisis, Robert Langs, básicamente existen nada más que dos estilos de comunicación: o se dice la verdad o se miente, y se procesa las comunicaciones recibidas de verdad o se las tergiversa para adaptarlas a una idea preconcebida de la realidad. Incluso si uno no tiene conciencia de mentir, como sucede cuando la realidad de los hechos resulta intolerable para la persona por poner en entredicho sus ideas preconcebidas, la mentira impide relacionarse con otros, desarrollarse y crecer. Es lo que sucede en España con la idea de la indivisible unidad de la patria. La negación de la culpa incurrida en los esfuerzos por imponerla, impide a sus defensores sostener relaciones humanas verdaderas incluso entre ellos, mucho más aún con los que sienten que esa idea vulnera su derecho de auto-determinación.

Las dinámicas y los patrones que intervienen en ese proceso psíquico, que se encuentra en la raíz de tantos conflictos en el mundo, se describen en detalle en un ensayo titulado Traumas multigeneracionales – Círculo vicioso o espiral de aprendizaje, que se basa en el ejemplo del conflicto entre España y Cataluña. (https://unrespirodeairefresco.blogspot.com/2018/12/traumes-multigeneracionals-cercle.html ) o https://unrespirodeairefresco.blogspot.com/2018/12/traumas-multigeneracionales-circulo.html )

© Brigitte Hansmann, practicante de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos y Analista de Patrones Arquetípicos

www.dfa-europa.com

Carta abierta a Su Majestad el Rey de España Felipe VI

Barcelona, 11 de abril de 2019
Majestad:

Honestamente, ¿cómo se siente cuando afirma que España es un Estado de derecho democrático maduro y consolidado? Por favor, concédase un momento para mirar dentro de su corazón y sea honesto consigo mismo.

-    Sabiendo que ostenta el cargo de Jefe del Estado español en cumplimiento de las estipulaciones testamentarias del comandante de las fuerzas rebeldes contra el Estado de derecho democrático, que llegó al poder gracias a la ayuda que recibió de criminales de guerra convictos en cortes internacionales y de otros que eludieron su responsabilidad suicidándose,
-    sabiendo que los crímenes contra la humanidad cometidos bajo el régimen totalitario del dictador nunca fueron investigados por ningún tribunal y siguen impunes,
-    sabiendo que la judicatura del régimen totalitario se transformó en la judicatura de un Estado de derecho democrático sin apenas cambio alguno en las personas que ostentaron los altos cargos y que muchas de las que les siguieron, siguen en la misma tesitura,
-     sabiendo que la interpretación que en España se da al artículo 2 de la Constitución española es inconstitucional e ilegal,

… porque de saber, usted sabe todas esas cosas, por más recursos que destine a negarlas… pues, sabiendo todo esto, ¿cómo se siente cuando afirma que España es un Estado de derecho democrático maduro y consolidado?

¿Sabe usted que, independientemente de las leyes que puedan haberse  aprobado al respecto, la carga de culpas no reconocidas se transmite a los que le suceden a uno en el cargo que ostenta, a seres queridos, familiares próximos, en especial a hijos, nietos, etc.? ¿Sabe que la carga heredada de culpas negadas puede llevarles a la ciega repetición de los actos que causaron la culpa originalmente, a fracasos y bancarrotas? Puede costarles la salud y la vida porque la conciencia no la tolera. Proyectarla sobre otros y llevar a estos a juicio no hace más que aumentar la culpa heredada por la propia culpa.

Por favor, Majestad, mire a los ojos de sus hijas y observe ¿cómo se siente? Mire a los ojos de su mujer y pregúntese. ¿Qué va a hacer?

Brigitte Hansmann
Analista de patrones arquetípicos y patrones somáticos