Más que nunca, después de la sentencia del Tribunal Supremo
de España en el juicio contra la mayoría de los miembros del gobierno de
Cataluña -por haber cumplido el mandato por el cual fueron elegidos- y los líderes de las organizaciones sociales Omnium y ANC, el pueblo
catalán se ha congregado en números enormes para expresar su rechazo de esta
sentencia. La fuerza de todas esas personas que se juntaron en una mente el
viernes 18 de octubre de 2019, el día de la huelga general, ha sido mayor que
nunca. Las calles estaban atiborradas de gente, en algunos lugares tanto que
apenas era posible moverse. Pero aun así, nos sonreíamos los unos a los otros y
todo el mundo estuvo feliz de que éramos tantos. La sensación era la de ser un
cuerpo, una mente, de verdad. No pude participar en los 100 km de la Marcha por
la Libertad que en los días anteriores se dirigía a Barcelona desde cinco
lugares distintos de Cataluña, pero las imágenes son impresionantes.
¿Quién tiene interés en que estas imágenes y la fuerza
que transmiten pasen inadvertidas tras el espectáculo de barricadas en llamas?
El Ministro del Interior español habla del movimiento independentista violento.
Es como decir que el negro es una tonalidad de blanco más oscura. Algunos dicen
que son jóvenes catalanes enfadados que construyen barricadas y queman contenedores
de basura y otros materiales combustibles que encuentran por la calle, para dar
salida a su frustración por la infructuosidad de los múltiples intentos de
llegar a una negociación política con el Estado español y por las perspectivas
de un futuro poco esperanzador en vistas del cambio climático, el deterioro
ecológico y las condiciones laborales abusivos y pagas irrisorias, si es que
logran encontrar trabajo.
Pero pocos de estos jóvenes tapan sus caras. Muchos de
ellos siguen las consignas de la protesta no-violenta, haciendo lo que pueden para
aislar individuos violentos. Por ejemplo, el jueves, 17 de octubre 2019 en
Tarragona, Laura Solé y sus amigos siguieron a unos jóvenes encapuchados con la
cara cubierta. Cuando estos se dieron cuenta de que les estaban siguiendo
entraron en una portería e hicieron una llamada. Laura y sus amigos se quedaron
delante en un intento de impedirles causar altercados. Al cabo de poco tiempo apareció
un grupo de policías nacionales con sus armaduras y cascos y los atacaron con
sus porras para dispersarlos. Mientras, los encapuchados salieron de la
portería y detuvieron a Laura con un despliegue de mucha violencia. Ahora está
en la cárcel, lo cual no es un procedimiento normal, ni siquiera en casos de
los cargos de los que se la acusa injustamente.
El jueves, 15 de octubre de 2019, la primera noche de
contenedores en llamas, a pocos metros detrás de la valla que mantenía los
manifestantes a una manzana de distancia de la delegación del gobierno español
en Barcelona:
Igual que yo, miles de personas estábamos sentados pacíficamente
en el suelo con nuestras velas, escuchando las cartas de los presos políticos
que habían sido sentenciados el día anterior. Cantamos e invocamos ¡Libertad!
para ellos.
No había nadie que tenía la cara tapada o se movía como
la gente que un poco más tarde empezaron a quemar contenedores un par de calles más allá. Por la forma de
sus cuerpos y sus movimientos, a esta practicante de reconocimiento de patrones
somáticos le parece que esa gente tiene el aspecto de policías o personal
paramilitar. Desafortunadamente, algunos de los jóvenes enfadados debían de
haber seguido su ejemplo.
La noche pasada, el sábado 19 de octubre de 2019, caminé
por el Paseo Lluís Companys durante otra protesta más delante del Palacio de
Justicia de Cataluña. Había sobre todo jóvenes, sentados en el suelo o de pie,
cantando, hablando tranquilamente, invocando ¡Libertad! y otras consignas. No hubo
ningún indicio de violencia. Más tarde esa noche, se fueron a otra plaza
cercana. Tanto allí como en la calle delante de la comisaría de la policía nacional,
grandes grupos de jóvenes manifestantes mantuvieron a gente violenta encapuchada
con caras tapadas alejada de la policía. En dos lugares los encapuchados
lograron amontonar y quemar un par de barricadas más. Lanzaron botellas,
piedras y latas llenas contra los policías sobre las cabezas de los jóvenes
manifestantes. Estos los pararon una y otra vez. Al final los encapuchados se
fueron y los jóvenes celebraron una victoria. Algunos incluso se quedaron para
barrer la calle. Es así como nuestros jóvenes se enfrentan a la violencia.
¡Por favor, apoyadlos en todas las maneras que podáis!
en inglés aquí
(c) Brigitte Hansmann
Reconocimiento de Patrones Somáticos
Análisis de Patrones Arquetípicos
Només mostren la minoritària infiltrada/manipulada cara violenta.
ResponderEliminarPer tot arreu, tots aquests dies, hi ha hagut infinitat de magnífiques accions multitudinàries i absolutament pacífiques.
Gràcies, Brigitte, per donar testimoniatge de la realitat que estem vivint!
La traducción de un artículo muy bueno sobre los jóvenes: https://bernatdeltell.cat/los-jovenes-del-1-de-octubre/
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