Para llegar a entender una cosa desde una perspectiva arquetípica, hay que preguntar: ¿Cuáles son las cualidades, propensiones y tendencias esenciales de esta cosa? ¿Cuál es su función? En cuanto a la ley y las agencias encargadas de asegurar su cumplimiento, ¿qué es lo esencial?
En jurisprudencia, la ley constituye un sistema de reglas que regulan la conducta. Es creada y aplicada por instituciones gubernamentales y sociales. Apunta a regular el trato que los miembros de una comunidad dispensan unos a otros y a asegurar que este sea de respeto y de igualdad.
Las leyes pueden pertenecer a diferentes áreas, como el derecho civil, el derecho penal, el derecho constitucional, etc. Cada una de esas áreas se caracteriza por sus propias cualidades esenciales. Con el paso del tiempo, la ley debe adaptarse a realidades sociales cambiantes. Por ejemplo, durante un período de la historia, la ley permitía a ciertos hombres desvirgar todas las mujeres en su esfera de poder. En tiempos actuales sigue habiendo personas que aún se sienten con el derecho de hacer valer semejantes demandas, pero lo sociedad ha cambiado y ha desarrollado medios para proteger a las mujeres de esa clase de pretensiones. No obstante, asegurar el cumplimiento de leyes adaptadas a nuevas realidades sociales a menudo resulta difícil, ya que algunas personas, investidas de poder por el colectivo, tienden a creerse con el derecho de usarlo para obtener lo que desean.
En países democráticos con división de poderes la agencia encargada de adaptar la ley a las condiciones actuales, la legislación, reside en el parlamento. Si un gobierno no responde a cambios y no adapta las leyes que están en conflicto con pactos internaciones u otras realidades sociales, e incluso crea leyes para reprimir realidades sociales legítimas, no cumple con su función esencial.
En ciencia, las leyes son constataciones que predicen fenómenos, tal y como aparecen en la naturaleza. Reflejan relaciones causales fundamentales de la realidad, por ejemplo, la ley de Newton de la gravitación universal. Estas leyes se descubren; no se inventan. No hace falta asegurar su cumplimiento, ya que las cosas caen por su propio peso.
Otra palabra que describe la ley en este sentido es patrón. Los patrones regulan la conducta de toda clase de sistema, desde las unidades biológicas y físicas más simples hasta sociedades y galaxias. Los protones y los electrones siempre permanecen a cierta distancia unos de otros, a la vez que en su mayor parte permanecen juntos en formas determinadas que componen el mundo material en el que vivimos. Nuestro planeta tiene un lugar y una trayectoria determinados en el sistema solar del cual forma parte. A su vez, en la galaxia a la que pertenece, nuestro sistema solar ocupa una posición relativa a los otros sistemas que lo componen. Y lo mismo es cierto de la galaxia en el conjunto de la Vía Láctea. En cuanto salen de su huevo, los patitos siguen a lo primero que ven que se mueve, tomándolo como madre, aunque sea una pelota movida por un investigador en un laboratorio.
En función de las condiciones iniciales bajo las cuales se originó, un sistema sigue una atracción en una dirección determinada. La conducta del sistema queda limitada a un patrón reiterativo que sigue siempre la misma trayectoria, a no ser que aparezca una perturbación. Si la perturbación es lo suficientemente fuerte, la trayectoria se bifurca. A partir de ese momento existen dos trayectorias posibles. Mientras no existe más que una sola posibilidad, es prácticamente imposible tener consciencia de que la realidad puede ser más compleja de lo que se percibe desde el punto de vista de una única trayectoria estable. A partir del momento en el que existen dos opciones, empieza a ser posible tomar conciencia de cómo son esas opciones.
Esto es así, tiene estas cualidades y estos puntos débiles; ofrece estas posibilidades y lleva en esta dirección.
Aquello es de esa manera, tiene esas cualidades y esos puntos débiles; ofrece esas posibilidades y lleva en esa dirección.
El sistema puede estabilizarse en una oscilación entre una forma de conducta y otra, por ejemplo, gobiernos de derechas e izquierdas, o abuso de poder y bancarrota moral por un lado y restauración de la justicia y ética por el otro; o puede llevar a una cascada de bifurcaciones. Una cascada de bifurcaciones conlleva una pérdida de control y de los puntos de referencia conocidos, o sea, un estado un tanto caótico. De entrada, eso da miedo, pero inherente al caos existe un nuevo orden. El sistema se reorganizará siguiendo los principios de orden inherentes al campo de fuerza en el que el proceso tiene lugar. Cuánto mejor alineado esté el proceso en el campo, tantas más posibilidades de éxito tendrá el sistema de desarrollar un funcionamiento diverso y complejo con una gran capacidad de adaptación. Una iniciativa basada en la cooperación, la comunicación, la justica y la democracia se organiza bajo el influjo de esa orientación en el campo arquetípico de la ley. La fuerza inherente a esta orientación en este campo organizará y alimentará el sistema que la lleva a cabo, de modo que podrá atravesar la fase caótica sin demasiados problemas. Para suprimir semejante iniciativa por medio de la represión, la desinformación, la injustica y la dictadura, hará falta un despliegue de fuerzas y recursos que agotará al sistema y lo hundirá.
En la ciencia, al igual que en la jurisprudencia, las leyes no tienen una validez absoluta y pueden ser tumbadas por observaciones futuras. En el momento actual, es un hecho comúnmente aceptado que los campos de fuerza tienen polos. El campo arquetípico de la ley no es ninguna excepción. No importa cómo llamamos a esos polos, en todo caso, hay un eje que los conecta. Y hay un flujo de energía a lo largo de ese eje en una dirección determinada. Del mismo modo que sería imposible o, al menos, extremadamente difícil vivir con la cabeza en el suelo y los pies en el aire, las leyes que no están alineadas con el eje y la dirección del flujo, interfieren con el buen funcionamiento del sistema y, para imponer su cumplimiento, requieren un despliegue de poder cada vez mayor.
Una ley que está en concordancia con las propiedades esenciales del campo cumplirá con su mandato de forma exquisita. Como se dijo antes, la característica esencial de la ley en jurisprudencia es la de regular la conducta y asegurar un trato de respeto e igualdad entre los miembros de una comunidad. Una ley que está alineada en este campo de tal modo que viola esas cualidades esenciales no puede regular la conducta y asegurar su mandato esencial.
Igual que la ciencia adapta sus postulados a un conocimiento cada vez más extenso, también la jurisprudencia adapta las leyes a una realidad cambiante. Por ejemplo, el 1 de octubre de 1931 España reconoció del derecho de las mujeres a votar. El 1 de octubre de 1939 lo volvieron a perder, cuando Francisco Franco se proclamó jefe de estado. El 18 de julio de 1936, con un grupo de hombres armados, Franco se rebeló contra el orden democráticamente establecido hasta imponer su regimen, en un principio solo en una parte del país, pero a partir del 1-O 1939 también en el resto de España y en Cataluña. Las leyes fueron adaptadas a la nueva realidad social del régimen dictatorial. Cierto número de personas sintieron que iban a beneficiarse del nuevo orden, pero la propiedad esencial de regular la conducta para asegurar un trato de respeto e igualdad entre los miembros de la comunidad se perdió. No solo las mujeres perdieron lo que hoy día se considera un derecho humano inalienable, toda España lo perdió. La tendencia siguió y en la Segunda Guerra Mundial se perdió la convivencia pacífica en casi todo el mundo entero.
El orden patriarcal de la sociedad, que regula la conducta por medio del uso de la fuerza, no es sostenible. El predominio de los valores masculinos puede haber cumplido una función para agudizar nuestros poderes discriminadores para analizar y diseccionar. De este modo, el individuo logró tomar conciencia de que existe como tal, de que es alguien más allá del colectivo del cual forma parte. Pero el siguiente paso es igual de esencial. Una vez que se tiene conciencia de existir como persona, es indispensable tomar conciencia del propio lugar en el conjunto y de las formas en las que uno se relaciona con las otras partes del conjunto y el conjunto en su totalidad. Ahí entra el principio receptivo, femenino, de la percepción sensorial que permite percibir a sí mismo, a otros y las relaciones que existen entre las diferentes partes del conjunto.
Lo que una persona hace y no hace cuenta. Tiene un efecto en el conjunto. Tener conciencia, en el sentido de conocimiento, conlleva tener conciencia ética. Una vez que algo se sabe, se es responsable de lo que se hace con ello y al respecto. Aunque no se tenga conciencia de una realidad existente, esta no deja de hacerse notar. Se puede hacer oídos sordos, emplear más y más energía para reprimirla, hacer leyes para declararla ilegal, encarcelar a los que la ponen de manifiesto, matar a los que están dispuestos a declarar para hacerla constar ante la justicia, a no ser que se la reconozca y la ley se adapte en conformidad, un trato de respeto y de igualdad será imposible. La falta de respeto e igualdad se debe a la negación de la realidad social de parte de los que sostienen el poder, porque la consideran inconveniente, no porque unos miembros de la comunidad se nieguen a conformarse con esa negación de la realidad; son los que niegan la realidad que faltan al respeto y se instalan en un trato desigual. No importa lo poderosos que sean, su actitud lleva a la fractura social.
Esto nos lleva a la característica esencial de la ley en filosofía y religión. La filosofía es el amor de la sabiduría, la religión un modo de restablecer una unión entre el individuo y la fuente de la cual surgió. Desde ambos puntos de vista, la función de las leyes también es la de regular la conducta. La filosofía budista, por ejemplo, afirma que según cómo uno se comporta, vive en el paraíso o en el infierno. Las religiones tienden a situar el cielo y el infierno después del muerte, lo cual probablemente también es cierto, en todo caso, se obtiene uno u otro en función de cómo uno se comporta.
De este modo se establecen los códigos de ética y moralidad. Una vez más, su alineamiento en el campo mayor de la ley y de la imposición de su cumplimiento determina en qué medida son capaces de desempeñar la función para la cual se han generado. Por ejemplo, perseguir a alguien con violencia, porque pertenece a un grupo diferente con creencias diferentes y otros modos de vivir la vida y celebrar su fe, puede estar en conformidad con el código de ética de un grupo en particular, pero, a la larga, este código de ética llevará al derrumbe de este grupo, porque está en conflicto con el flujo de energía en el campo de fuerza mayor de la ley, cuya función esencial -recordemos- es la de asegurar un trato de respeto e igualdad.
Esta clase de grupo se obstina a resistirse al cambio y no puede adaptarse a un entorno cambiante.
Por otra parte, un código de ética en concordancia con los procesos que hicieron la vida medrar, desarrollarse y hacerse cada vez más rica, compleja y diversa, apoyará a las personas que lo respetan, porque les ayuda a adaptarse al cambio, a desarrollar nuevos conocimientos y habilidades y a compartirlos libremente con su congéneres.
Asegurar el cumplimiento de la ley
La agencia encargada de asegurar que las leyes se cumplen, principalmente, es la policía a través de patrullas y vigilancia para prevenir y descubrir actividades criminales, investigar crímenes y detener delincuentes. Los juzgados y las prisiones se pueden incluir en la lista de agencias que se ocupan de la prevención y el castigo de crímenes. La función esencial de todas las agencias involucradas en asegurar el cumplimiento de la ley es la de proteger a los ciudadanos y sus derechos fundamentales.
Un cuerpo de policía que cumple con esta función está profundamente arraigado en la comunidad que protege. Un/a juez que dicta una sentencia que pone en peligro la población, cuya integridad física y psíquica y cuyos derechos fundamentales debe proteger, está en conflicto con el campo arquetípico que rige su función. No solo falta a su cometido de proteger la coexistencia pacífica de todos los ciudadanos, también expone a los oficiales de la policía que reciben la orden de imponer su sentencia a un profundo conflicto ético, si, para cumplir la orden, se verían obligados a dejar de cumplir la función esencial de su profesión.
El 1 de octubre de 2017, la policía catalana, los Mossos d’Esquadra, cerraron muchas más colegios que los cuerpos de asalto de la Policía Nacional y la Guardia Civil españolas juntas, sin recurrir a la violencia empleada por las cuerpos nacionales españoles. Las cifras exactas difieren según los medios consultados. Los mossos no llegaron a cerrar todos los colegios de antemano, tal como dictaba la sentencia, porque los ciudadanos los habían mantenido abiertos, celebrando toda clase de actividades cívicas desde la tarde del viernes; y el domingo por la mañana inmensas cantidades de personas se reunieron delante de los locales para impedir que se cerraran. El domingo, el día de la votación, algunos mossos optaron por cumplir con su función de proteger la población de su jurisdicción contra los colegas cuyo objetivo fue el de infligir dolor e inspirar miedo. Ahora, esos mossos están amenazados por acciones legales en su contra por haber optado a cumplir con la función esencial de su profesión y negarse a emplear la misma violencia que sus colegas de los cuerpos nacionales españoles desplegaron.
Una actitud coherente del poder legislativo de un país democrático y estado de derecho requiere la adaptación de sus leyes y su constitución a los pactos internacionales con los que el país se ha comprometido. Para el poder judicial, esto conlleva señalar las leyes y las cláusulas constitucionales que deben ser cambiadas para cumplir esos pactos. Si el sistema judicial desacata esa función, está faltando a la función esencial de su mandato. Por ejemplo, el artículo dos sobre la indivisibilidad de la patria de todos los españoles debe ser matizado de modo que quede claro su sentido en coherencia con el resto de la constitución, es decir, que la integridad del territorio nacional queda protegida contra incursiones de fuera. La lectura que el estado español le da está en conflicto con el derecho de autodeterminación de todos los pueblos, garantizado por un pacto internacional al que España se comprometió atender incluso antes de ratificar la constitución.
Crear una ley para poder declarar un derecho fundamental de una parte de la población ilegal es arquetípicamente incoherente, al igual que la orden a una agencia de imponer el cumplimiento de semejante ley. El actual gobierno español hizo exactamente esto en 2015 con una ley inventada con la sola y única intención de impedir al pueblo catalán emprender pasos hacia su autodeterminación.
Una acción arquetípicamente incoherente puede producir nada más que sufrimiento e inestabilidad, y, a la larga, llevará al derrumbe de aquellos quienes la llevan a cabo. En vez de perder el tiempo y malversar caudales públicos, intentando imponer su lectura inconstitucional de la notoria cláusula sobre la indivisibilidad de la patria a un pueblo determinado a abstenerse de conductas arquetípicamente incoherentes tales como el uso de la violencia, el gobierno español debería concentrar todos sus esfuerzos y recursos en encontrar vías funcionales de organizar sus propios asuntos ¡que buena falta le hace!
Brigitte Hansmann
Análisis de Patrones Arquetípicos
Ciencias Lingüísticas Aplicadas
DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos
Integración Estructural
www.dfa-europa.com
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