domingo, 20 de diciembre de 2015

Las manos de Alá, las manos de Buda, las mías, las de otros y las tuyas

Las manos de Alá


Una historia del sabio Nasrudin cuenta que una tarde, al caer la noche, Nasrudin pidió a su ayudante que se ocupara de los camellos, mientras él iba a montar la tienda para la acampada de la noche. A la mañana siguiente los camellos habían desaparecido.
-    ¿Qué hiciste anoche cuando te pedí que te ocuparas de los camellos? ¿No los ataste?- preguntó Nasrudin a su ayudante.
-    Hice lo que usted enseña, maestro. Siempre dice que hay que dejar las cosas en manos de Alá. Pues eso es lo que hice; dejé los camellos en manos de Alá.
-    Pero ¡si las únicas manos que Alá tenía para ocuparse de los camellos anoche eran las tuyas!- exclamó Nasrudin.



La otra noche, justo después bajar del avión y subir a la jardinera que lleva los pasajeros a la terminal, me di cuenta de que mi móvil no estaba en mi bolso. Me planteé bajar de la jardinera y volver a subir al avión para ir a buscarlo, pero decidí esperar hasta llegar a la terminal porque no quería que toda la gente tuviera que esperar por mi culpa.

En cuanto llegué a la terminal, avisé al personal de la compañía, pero me informaron de que el avión ya se había cerrado y que no se iba a poder hacer nada hasta la mañana siguiente. El hombre me pidió la tarjeta de embarque para tomar nota del asunto. Allí me di cuenta de que no sólo no tenía el móvil sino que también se había quedado en el avión el portadocumentos con las tarjetas de embarque, mi pasaporte, una factura con mi nombre y mi dirección y recibos de gastos varios. En el avión tenía el bolso junto a mis pies. En vez de introducir el portadocumentos y el móvil en el bolsillo exterior del bolso, los debí de meter entre bolso y pared –tenía un asiento de ventanilla- y se debían de haber desplazado entre asiento y pared durante el viaje. Porque al disponerme a bajar del avión no había nada a la vista.




El empleado en la ventanilla de la compañía me dijo que me avisarían si se encontraban mis pertenencias. Su actitud y el modo en el que formuló la frase –si se encontraban- me molestaron un poco, pero me fui a casa con la convicción de que al día siguiente me iban a mandar un mensaje para avisarme de que podía ir a recoger mis cosas… igual que el ayudante de Nasrudin.

No recibí ningún mensaje y, al llamar yo, sólo llegué a una grabación que sugirió que mandara un correo electrónico. Mandé el correo y recibí otra respuesta automatizada. Fui al aeropuerto para hablar con personas, y nada. Un par de días más tarde mi marido se iba de viaje y lo acompañé al aeropuerto para hacer la denuncia del extravío de mi documentación y mi móvil. El guardia hizo una llamada y me informó de que podía recoger mi pasaporte en la oficina de la Policía Nacional justo al lado, pero de todo lo demás no había ni rastro. Si me hubiera quedado esperando a recibir un aviso de la compañía, todavía estaría indocumentada.

Las manos de Buda
Aun aliviada por haber recuperado el pasaporte, me siento robada. Tanto la persona que encontró mis cosas como la compañía para la que trabaja tenía toda la información necesaria para devolvérmelas, pero eligieron entregar nada más que el pasaporte –sin avisar además- y quedarse con el resto. Está claro que las únicas manos que Buda tenía para salvaguardar mis cosas eran las mías –es que yo pienso y siento más en términos de Buda que de Alá. Pese a constituir una parte de la vida toda, igual que yo, en vez de honrar esta conexión, de cultivarla, alegrarse por tenerla y celebrarla, esas personas se pierden lo más maravilloso de la vida. Están hundidas en una existencia miserable. …y como ellos, muchos otros. ¡Qué pena!

Practico prestar atención a lo que hago, cuando lo hago, y no dejar en manos de otros lo que debo hacer yo. Aun así, no siempre lo logro. A veces no cierro bien la puerta del lavabo y se nos escapa el calor generado por la calefacción; a veces me olvido de apagar el rúter cuando me voy y sigue gastando electricidad inútilmente; a veces pierdo la paciencia y me vuelvo intolerante; hoy mismo me colé en una cola porque la persona que tenía el turno no se movió para tomarlo – y tampoco le di mucho tiempo para hacerlo. Luego me sentí mal por haber actuado así y, perdida en recriminaciones, me olvidé el secador en el vestidor de la piscina. En fin, no me queda otra que arrepentirme de mis faltas, aplicarme a hacerlo mejor y, una y otra vez, procurar que mis manos hagan el trabajo de Buda.




Las mías
Igual que todo ser humano he desarrollado una forma, típicamente mía de moverme en la vida y de ocupar el espacio en el mundo, que conozco como “yo”. Tras treinta y tantos años, más de la mitad de mi vida, investigando los procesos que intervienen en la creación de los patrones habituales que rigen el movimiento y las posturas de ese “yo” así como las posibilidades de desarrollar un margen de libertad alrededor de esos patrones, no deja de asombrarme hasta qué punto la experiencia, que vivo como íntimamente “mía”, está sujeta a dinámicas colectivas.

Es imposible abstraerse de ellas. Lo que es cada uno forma parte de la trama y urdimbre de la vida en la sociedad y la naturaleza. Estamos entretejidos en los sucesos de cada día a todos los niveles. Lo que sucede en el mundo, desde las condiciones atmosféricas hasta la política internacional, tiene un efecto sobre nuestra vida interna, tal como nuestra vida interna tiene un efecto sobre lo que sucede en el mundo. Cada uno tiene un trozo del mundo que gobierna.

En este trozo del mundo que ocupo yo con mi cuerpo, momento a momento, intento crear una alternativa espaciosa, jugosa, deliciosa y exquisita a las dinámicas colectivas que mantienen el mundo en un estado de alta presión y conflicto. Momento a momento, me aplico a reducir la presión y a calmar el conflicto en mi cuerpo a través de mi movimiento y el modo de relacionarme con las personas y los demás aspectos del mundo con los que entro en contacto. Igual que oriento mi cuerpo en relación con la fuerza gravitatoria para que me sostenga y pueda moverme con el máximo de apoyo y el mínimo de esfuerzo, me oriento en relación al campo de fuerza del colectivo humano para que mi presencia pueda aportar paz, honestidad y generosidad al mundo del cual soy una parte.

Aprender a gestionar el flujo de las sensaciones que transcurren en todo momento en el cuerpo para crear una vida feliz e interesante es la base de mi profesión como practicante de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos. Es un privilegio poder acompañar a personas estresadas, enfadas, dolidas, heridas, desanimadas, desesperadas, traumatizadas, deprimidas, angustiadas, ansiosas, desorientadas, solas, aisladas, presas de la violencia propia y/o ajena, hartas de la corrupción y de la codicia propia y/o ajena, que están dispuestas a encontrarse con las formas en las que encarnan lo que les pasa… para ayudarles a encontrar una vía que les sirve para tomar las riendas de su vida, para descubrir todo lo que tienen, para disfrutarlo, desarrollarlo, y emplearlo bien en su beneficio, que después resulta es el beneficio de todos, para crear relaciones satisfactorias, para ayudarles a sanar sus heridas, a cubrir sus carencias y a gestionar el flujo de su sentir, para salvaguardar su salud y recuperarla, en la medida de lo posible, cuando la hayan perdido.

Las manos de otros
Dejar en manos de otros las decisiones necesarias para crear la vida que queremos sería tan iluso e inútil como lo que hizo el ayudante de Nasrudin al dejar los camellos en manos de Alá sin usar las suyas.

Las tuyas
Si usas tus manos para crear la vida que quieres, te agradezco esta aportación al total de felicidad en el mundo incluyendo la mía. Si quieres aprenderlo, usa tus manos para llamarme o escribirme un mensaje. Si conoces a alguien que quieres que lo aprenda, dile cómo puede ponerse en contacto conmigo.




¡Para las fiestas de navidad y año nuevo te mando mis mejores deseos!



Sesiones individuales de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos

Sesiones semanales en Barcelona: 606 67 64 36
Semana intensiva de tres sesiones
  • En Barcelona: 606 67 64 36
  • En Cádiz: 678 07 73 75  (29-31 de enero 2016)
DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos en grupo
Taller en el Midline Institute de Barcelona
5, 6 y 7 de febrero 2016

sábado, 7 de noviembre de 2015

Cuándo tu cuerpo te avisa de algo que no está bien ¿cómo puedes llegar a entender lo que te está intentando comunicar?

¿Qué puedes hacer al respecto?

La relación entre las partes del cuerpo involucradas en el malestar y el suelo te revela pistas que te ayudan a entender qué, exactamente, te hace sentirte mal. Te enseña cómo empezar a ponerle remedio, incluso cuando parece que no haya nada que puedas hacer al respecto. Descubrirás que eres capaz de mucho más de lo que te habrías imaginado jamás, si cuentas con el apoyo del suelo.

Te propongo un experimento para hacerte una idea:
Pide a una persona que empuje tus hombros hacia abajo, sin tirarte hacia atrás ni hacia adelante. Saca pecho como un héroe, como si con todo tu cuerpo quisieras demostrar que eres de lo más fuerte, el rey o la reina del mambo. Lo más seguro es que la presión ejercido por la persona que empuja tus hombros quebrará tu compostura sin que tenga que esforzarse mucho.

Si encorvas los hombros sobre un pecho hundido, la presión te aplastará.



Intenta imaginarte el eje central de tu cuerpo y descansa en la medida de lo posible en lo que eres como ser vivo y en el mundo del cual eres una parte. Por más fuerte que empuje la otra persona, sentirás cómo creces bajo la presión.


¿Cómo abordas un asunto que te revuelve las tripas con sólo pensar en ello? Sentirlo te pone enfermo y, si no lo haces, te pones seriamente enfermo. Tu cuerpo es la única posibilidad que tienes de hacer algo eficaz en tu vida, en el mundo. Es importante que lo cuides y atiendas sus necesidades. Por más dolorosas que sean algunas de las cosas que pasan en el mundo, por más impotente que te sientas frente a ellas, por más rabia que te den y por más terroríficas que sean, siente la conexión que existe entre tu cuerpo y su entorno, al dejar tu peso ser sostenido por el suelo y el aire penetrar en lo más hondo del ser vivo que eres. Conectados con el suelo por debajo de nuestros pies y con el espacio abierto a nuestro alrededor podemos, uno a uno, hacer que las cosas vayan mejor, cada uno a su manera en los ámbitos a su alcance.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Enfocar un punto ciego: la fábrica de pólvora de Düneberg - Siguiendo la pista de la historia

auf deutsch hier                                              In English here

En uno de los paseo regulares del círculo para el fomento de un museo de industria en Geesthacht, mi ciudad natal,  Förderkreises für ein Industriemuseum Geesthacht, aprendí mucho sobre la historia de la fábrica de pólvora de Düneberg, un barrio de mi ciudad. Fue inmensamente interesante. Había ido expresamente desde Barcelona para asistir. El tema era "Pólvora alemana para el mundo". Es muy posible que la pólvora que costó la vida a muchos catalanes y españoles haya sido fabricado en esa fábrica.

En los últimos años diversos sucesos me mostraron que la fábrica de pólvora era un punto ciego en mi vida y que convendría averiguar más sobre ella. Tengo la sensación de haberme sumergido este fin de semana en raices muy profundas de mi vida que me proporcionan fortaleza, resistencia y alimento para el espíritu y el alma. Mientras se hundieron en el olvido emanaban emociones como vergüenza, miedo, rabia y culpa. Tan sólo cuando logré soltar un poco el nudo en mi estómago, que está allí desde mi más temprana infancia, llegó a ser posible nombrar esas emociones y cuestionarlas y descubrir indicios acerca del contexto de sus orígenes. Con frecuencia aparecían sin motivo aparente o ocasionado por sucesos que no cuadraban con la intensidad con la que se presentaban. Pertenecían a un patrón que se repetía una y otra vez, causaba efectos negativos en mi salud y bienestar e interfería en lo profesional tanto como en lo privada. El trabajo con el reconocimiento de mis patrones reveló pistas que me llevaron al terreno de la fábrica de pólvora, cuando me enteré de que mi abuelo había sido oficial de guardia allí durante la segunda guerra mundial. Su comportamiento en los años posteriores puso de manifiesto que no había logrado asimilar lo que sea que vivió en cumplimiento de esa función. Él reprimió lo que sentía y yo lo absorbí a través de sensaciones directamente de cuerpo a cuerpo, mente a mente, de forma automática, sin saberlo, porque la naturaleza humana es así.

Durante el paseo oficial por la mañana se trataba de los edificios que siguen en pie y otros que ya no existen.


 

Aquí vino un recuerdo de mi propia vida: en este patio recibí mi primer beso de amor de un tal Carlos del cual no recuerdo nada más. Los edificios son de la administración de la fábrica. De esto no tenía ni idea hasta el día del paseo. Tampoco sabía que el instituto donde hice el bachillerato había sido el local de abastecimiento para los trabajadores de la fábrica. Me enteré de ello en un libro de historia que heredé mi padre.

 

El referente, Jochen Meder, nos contó muchas cosas sobre cada uno de los edificios, tanto sobre los existentes como sobre los que ya no están, sobre los procesos de producción y muchas cosas más. En este edificio, que tenía algo que ver con el abastecimiento de energía de la fábrica y que después de la guerra fue centro de recogida de chatarra para los pagos de reparación a Inglaterra, ahora se aloja un café y local de eventos con tienda de artesanía. En el marco de la celebración del 800 aniversario de Geesthacht y de las Jornadas de Alfred Nobel en diciembre del 2016, allí voy a dar una charla sobre cómo reconocer las huellas de la historia en el propio cuerpo y cómo aprender de ellas a tratar de forma amorosa a uno mismo y a otros, a proteger y cuidar la salud, la propia, la de nuestros sucesores y la de la naturaleza en general, a ocuparnos, en el margen de nuestras posibilidades, de curar las heridas que nuestros antecesores dejaron abiertas... en fin, a crear una vida satisfactoria y feliz.

 

La perla, el edificio de los altos rangos de la administración y vivienda del director. Más tarde, en los años 70, cuando yo ya me había ido de Geesthacht, allí se instaló un colectivo de artistas.

Por la tarde con la presidenta del círculo del fomento, Ulrike Neidhöfer, hice el segundo paseo, que se puede hacer por encargo, y que fue la parte más importante para mí, porque en estos caminos acompañaba a mi abuelo en sus paseos. Hace tan sólo un par de años que descubrí que mi abuelo había sido oficial en la guardia de la fábrica porque encontré una foto de él en uniforme de oficial de la Wehrmacht. Yo pensaba que no había luchado en la guerra. En mi familia nunca se había hablado de ello, al menos no delante de mí. Pregunté a una tía, la única que todavía vive con unos pocos conocimientos sobre lo que había pasado, porque era una niña en aquellos años.


Aquí encontramos los edificios bombardeados que recordaba de mi infancia y adolescencia que siempre había tomado por búnkeres. Ahora descubrí que fueron prensas, tornos, estaciones de transfer, almacenes de munición...



Desde hace muchos años practico, mientras espiro, soltar cosas que mi cuerpo sujeta con tensión involuntaria. La respiración es regulada por la misma parte autónoma del sistema nervioso que el tono de los tejidos, la tensión involuntaria de nuestros músculos. La espiración es un movimiento de relajación; aquí los músculos que han trabajado durante la inspiración se sueltan. Si te concedes tiempo para descansar realmente hacia dentro, puedes sentir el apoyo del suelo en lo más hondo de lo que eres como ser vivo, es decir, puedes dencansar en lo más hondo de tu propio ser y en el mundo material del cual todos somos una parte.




Fue así que descubrí las pistas de la historia en mi cuerpo porque cuando logro soltar un poco de tensión involuntaria suele aflorar algo de información. Sólo hay que aprender a entender esa información y encontrar su contexto. Cuando das en el blanco, la tensión se suelta. Parece como si el cuerpo sujetara recuerdos y sensaciones que quieren ser sabidas y conocidos. Cuando el mensaje ha llegado, el mensajero puede descansar. Entonces puede ser vinculado con la experiencia consciente y llega a ser posible sacar conclusiones, reconocer contextos, comprender la conducta de otros y uno mismo, ocuparse de asuntos que llevan tiempo esperando a que alguien se ocupe, a veces desde hace generaciones, a que se encuentren soluciones o, al menos, reconocimiento.


No hablábamos mucho, cuando acompañaba a mi abuelo en sus paseos en estos terrenos. Tenía 5, 6, 7 años. La mala sensación siempre estuvo allí, en mi vientre. Nunca se me habría ocurrido relacionarla con él ni con nadie. Pensaba que se debía a que había algo en mí que no era como debía. Pero no me atreví decírselo a nadie. Simplemente me esforzaba para ser lo que me parecía normal.



Cuando intento imaginarme cómo se debía de sentir la gente entonces, cuando se fabricaba la pólvora allí, gente que trabajaba allí deliberadamente, felices de poder ganar un sueldo, y otros que llegaron allí como trabajadores forzados, traidos a la fuerza de territorios ocupados, estoy segura que los esfuerzos para dominar lo que sentían y los nudos en el estómago eran del orden del día. No puedo imaginarme realmente cómo debía de ser para mi abuelo hacer de guardia allí. He visto documentales y películas sobre las dos grandes guerras y el Tercer Reich. Al combinar lo que vi en la pantalla con el silencio que pesaba toneladas sobre mi infancia y adolescencia, vislumbro un leve atisbo de aquello de lo que nadie quería hablar. No me extraña que mi abuelo no quisiera contarle nada de todo ello a una niña pequeña. No me extraña que nadie quisiera pensar en ello y que todos quisieran dejarlo atrás cuanto antes y orientarse hacia el futuro.

 

Pero cómo se puede construir un futuro sin asimilar lo que sucedió? Cómo se puede asimilar algo de lo que no se quiere hablar, en lo que no se quiere pensar? Cuanto más uno se esfuerza por apartarlo de la conciencia, la tensión que se utiliza para hacerlo, lo sujeta. Aunque sea cierto que uno ya no lo siente directamente, por debajo del umbral de la conciencia sigue quemando lentamente. Las personas han hecho un esfuerzo por dominar lo que sienten y han logrado sobreponerse al horror. Creen que lo han dejado atrás. Lo cierto es que lo llevan consigo continuamente. Puesto que ya no se reconoce como algo propio, ya sólo se ve la sombra de ello que cae sobre los demás. Se proyecta en otros lo que no se tolera en uno mismo.


Los niños pequeños son inmensamente sensibles. Sienten incluso aquello que los adultos lograron dominar con su esfuerzo, lo que acolchan con un exceso de comida, lo que ahogan en alcohol o intentan anestesiar por otras vías. Los niños lo sienten en su propio cuerpo, sin la más mínima posibilidad de entender que lo que sienten, en realidad, son sensaciones que sus padres y otros adultos en su entorno no toleran. En realidad todos somos así de sensibles, no sólo los niños. Recuerde cómo se sentía cuando estuvo al lado de alguien que estaba enfadado, o triste, o alguien que tenía miedo. Realmente lo podemos sentir en el propio cuerpo. Se llama empatía. Algunas personas tienen más que otras. Personalmente creo que algunas personas se permiten ser más empáticos que otros. Algunas personas simplemente no toleran sentirse a sí mismas, ni mucho menos a otros.  




El nudo en mi estómago se ha soltado bastante. Tuve una semana bastante estresante después de volver de Alemania, pero el nudo ni se ha dejado sentir. Estuve muy tranquila frente a cosas que normalmente me habrían puesto más nerviosa. Creo que logré dejar una buena parte de la tensión antigua de mi infancia allí en el bosque o, como mínimo, ha cambiado la forma en la que se manifiesta.


Gracias al  Förderkreises für ein Industriemuseum Geesthacht muchos edificios de la ciudad ahora están protegidos como monumentos históricos y muchos de los documentos que no fueron destruidos se recogen. La creación de este museo tiene una gran importancia. Para muchos es un tema desagradable y no quieren que nada se lo recuerde. Probablemente sea por esto que resulte tan difícil convencer a la administración pública competente y, en el caso de la fábrica de dinamita del Krümmel, la empresa sueca Vattenfall, a que restauren la antigua torre de agua para instalar allí ese museo antes de que se pierdan todavía más cosas. Aunque se trate de un tema explosivo y probablemente embarazoso, es especialmente importante conservar la memoria, porque aquello de los seres humanos no quieren recordar, lo repiten.





Manejarse con las emociones que afloran en el proceso de descubrir un punto ciego y enfocarlo es cosa que se puede aprender. Si permanecen en el cuerpo por debajo del umbral de la conciencia siguen quemando lentamente hasta que se convierten en focos de enfermedad. Incluso cuando ya se declaran en forma de síntomas, es curativo y da alivio poder dejar con las personas a quienes pertenecen las emociones que absorbimos de las generaciones anteriores a través de sensaciones, cuerpo a cuerpo, mente a mente . Al ver esas sensaciones en el contexto mayor de sus antecedentes históricos personales y colectivos, muchas cosas se entienden de otro modo y llegan a calmarse.



No se trata aquí de buscar en otros la culpa de lo que uno mismo siente ni de rechazar la propia responsabilidad. Todo al contrario, se trata de tomar las riendas de la propia vida y de asimilar lo que está en nuestro poder asimilar, independientemente de si son sensaciones propias o sensaciones absorbidas de otros. Se trata de aprender a distinguirlo. Las sensaciones tienen la función de avisarnos de nuestros deseos y necesidades y su grado de satisfacción. La satisfacción de deseos y necesidades egoístas como mucho dan una satisfacción o un alivio momentáneos. Lo único que sirve es la verdad, que quiere ser conocida. La verdad es que todo lo vivo pertenece a la misma familia. Lo que hace daño a otros, crea sufrimiento. Lo que es bueno para el conjunto, crea bienestar.


Aunque esta farola ya no alumbre ¡que la luz de la conciencia ilumine la acción de los seres humanos para que la fabricación de armas, municiones y toda clase de productos dañinos sea cesado en seguida en todo el mundo! Los árboles generan el oxígeno que necesitamos para vivir. Muchas personas crean cosas que necesitamos para vivir bien. ¡Actuemos de tal manera que ayude a otros vivir también bien para que podamos estar a gusto todos juntos!

martes, 15 de septiembre de 2015

Sesiones de DFA en Cádiz - 16 - 19 de Octubre 2015

Aprende a soltar la tensión involuntaria que te atrapa en dinámicas que no te sirven

Puedes tomar 3 sesiones a precio reducido (190€)
o 2 sesiones o una al precio regular (70€).
Las plazas son limitadas.
Ponte en contacto con Rosa en el 678 07 73 75 para ver la disponibilidad.

Para formalizar tu reserva tendrás que hacer efectivo el 50% del importe con un ingreso en el Banco Sabadell Atlántico, titular Cussons-Hansmann SL, cta. nº 0081 0077 8800 0123 8426 antes del 2 de octubre.

lunes, 31 de agosto de 2015

La tensión, el agua y las huellas de la historia

in English her                                   auf Deutsch hier
Últimos días de agosto… el póster sobre el exceso de tensión involuntaria y el agua que mantiene los tejidos del cuerpo flexibles y elásticos está con el diseñador gráfico… la exploración de las huellas de la memoria histórica en el cuerpo, el fin de semana pasado, reveló a los participantes raíces que penetran profundamente en la Tierra, alimentan cuerpo y alma y ayudan a abordar asuntos, personales y ancestrales, pendientes de resolver y a soltar otros que realmente no les atañen. 

Antes de ir a Washington el 17 de septiembre a presentar el póster en el Congreso de Investigación de Fascias, iré a mi ciudad natal en el norte de Alemania, Geesthacht, a participar en un paseo histórico por los terrenos de la fábrica de pólvora que hubo allí hasta 1945. El título: “Pólvora alemana para el mundo”, organizado por el círculo para el fomento de un museo de industria de Geesthacht, del cual soy miembro.


Se trata de seguir la pista de unas huellas de la historia en mi propio cuerpo. Hace un par de años aproximadamente descubrí que mi abuelo había sido oficial de la guardia de esta fábrica. No lo fue de forma voluntaria. De negarse, le habrían hecho la corte marcial y seguramente le habrían fusilado por alta traición. Pero hasta hace poco no sabía nada de todo esto. Había visto su foto en uniforme de la Wehrmacht en alguna ocasión anterior, pero no sabía nada sobre cómo había participado en la guerra, es más, me parecía que no había participado. Era un punto ciego. Por suerte una tía, en base a sus recuerdos de infancia, supo contarme por qué mi abuelo llevaba ese uniforme.

A partir de ahí empecé a entender una serie de sucesos en mi familia en un contexto más amplio y se formó una imagen, como cuando las piezas de un puzzle encajan. A menudo había paseado con mi abuelo por los bosques donde se ocultaba esa fábrica. No recuerdo que me contara nada de los búnkeres bombardeados ni de lo que debió de haber vivido en esas mismas rutas unos años antes. De todas maneras, yo estaba mucho más interesada en saber cómo se llamaba ese árbol, aquella hierba, ese pájaro… Esto sí me lo contaba. Seguramente no le preguntaba por lo otro porque sentía que tocaría algo de lo que no estaba dispuesto a hablar. Lo que recuerdo más que nada, es el silencio que hubo entre nosotros. No fue un silencioso cómodo. Pero esto no lo sabía entonces. Era lo normal. Era un silencio que pesaba toneladas.

De hecho, en cuanto pude, me fui a más de 800 km de mi ciudad natal a estudiar Ciencias Lingüísticas Aplicadas y a más de 2000 km al acabar la carrera. Necesitaba distancia para ganar perspectiva… y otra profesión que me ayudara a entender lo que pasaba entre mí, mi familia, mi país y el mundo. Es gracias a esta profesión, el Duggan/French Approach (DFA) para el  Reconocimiento de Patrones Somáticos que reconozco el puño que puedo sentir aun hoy, ahora mismo, en mi estómago como el mismo puño en el que mi abuelo sujetaba y comprimía al mínimo espacio posible todos los sentimientos que no se podría permitir tener como vigilante de los trabajos forzados de personas capturadas en los países ocupados y prisioneros del campo de concentración cercano que trabajaban allí para fabricar la pólvora que costaría la vida y la integridad física de tantas personas en todo el mundo. La impotencia ante el abuso y la injusticia traumatizan al testigo tal vez no de la misma manera que a la víctima, pero igualmente de forma indeleble. Y si no se atiende se convierte en caldo de cultivo de repetición.

Lo mismo es cierto en el ámbito familiar. La niña que ve cómo su padre, de forma absolutamente arbitraria e injusta, da una paliza a su hermano y cómo su madre atemorizada no se atreve a proteger a su hijo de la violencia del padre siente la misma clase de impotencia y terror que cualquier persona ante la violencia organizada del terrorismo, de la índole que sea: estatal, fundamentalista, económico, criminal, de oposición extraparlamentaria, en la televisión y el cine, de chicos y chicas en el colegio convertidos en acosadores por los traumas no resueltos de sus mayores y antepasados, o de colegas que acosan a otros en el lugar de trabajo.

Cincuenta refugiados muertos en un camión frigorífico, veinte asfixiados en la bodega de un buque, naufragios casi a diaria, una avalancha de miles de refugiados cada día… Es otra guerra, son otros los que la hacen. ¿Pero son otros realmente? Creo que nadie puede ver las noticias sin sentir el mismo puño en el estómago que mi abuelo en el intento de dar el mínimo de espacio posible a la impotencia y el terror ante la escalada del sufrimiento manifiesto en todas esas personas. Es en nuestra naturaleza ser receptivos para el estado emocional de los demás. Somos compasivos y solidarios por naturaleza. Quien no lo siente, es porque sin darse cuenta tensa sus músculos para interrumpir el flujo de la información sensorial que no tolera. Debajo del umbral de la conciencia el miedo a esas sensaciones crece y cría más violencia y más victimismo.

¿Qué hacemos? Por más impotente que me sienta ante todo eso, lo que sé hacer es relacionarme con ese puño:

-    buscar momento a momento la posición de mi cuerpo en el que pueda sentir el suelo por debajo del puño para enseñarle la posibilidad de apoyo de una fuerza mayor (la gravedad, el campo de fuerza de Madre Tierra)

-    siguiendo la dirección del movimiento de espiración, entrar en el epicentro de lo más estrecho del puño y reposar allí, para tomar sin temor ni resistencia el sostén de la Tierra que está disponible en todo momento incluso en ese estrecho lugar donde se agolpa una multitud de sentimientos difíciles, para dejarlos fluir, uno a uno, y dejar lugar a lo siguiente

-    con el apoyo del suelo, esperar a que el movimiento de la inspiración se inicie en ese lugar y lo expanda

-    dar tiempo al movimiento de expansión de la inspiración hasta que sienta que expande todo mi cuerpo desde el epicentro del puño hasta la superficie, desde la coronilla hasta los pies, en ambos lados, tanto delante como atrás.

-    soltar el aire de nuevo y entregar todo el peso al suelo, el peso de mi cuerpo y el de todo lo pesado… entrando de nuevo en el epicentro de lo más apretado del puño, que ahora ya lo es un poquitín menos… y sentir la impotencia ante la envergadura del sufrimiento, la rabia con todos aquellos que por ignorancia lo crean y el terror a su violencia, en fin, todos esos sentimientos que el puño sujeta y comprime, porque es todo esto lo que hay que soltar. La impotencia, el sufrimiento, la rabia, la ignorancia, el terror y la violencia, todo esto yo también lo tengo y puedo soltarlo sólo si lo siento, porque si no lo sintiera, ¿cómo iba a poder saber qué tengo que soltar?

-    en comunicación con la Tierra por debajo de mis pies y de mi silla y el espacio que se extiende a través de todo el universo, junto con el aire que espiro, enviar mi deseo de que los que crean el sufrimiento de toda esa gente se den cuenta que están haciendo daño no sólo a otros sino también a sí mismos y que dejen de hacerlo 

-    poner mi ser, mis talentos y mis capacidades al servicio de la vida en toda su belleza para ayudar a crear un mundo en el que todos los seres vivos puedan disfrutar la belleza de la vida plenamente.

Cuando esté en Geesthacht de aquí a un par de semanas, me gustaría tener oportunidad de averiguar qué efecto tuvo en la salud de la gente que trabajaba de forma deliberada en la fábrica de pólvora y en la salud de sus familiares. Tengo buena salud, porque a lo largo de mi vida adulta me he aplicado en investigar mi malestar para entender qué necesito para poder poner remedio a los factores que menoscaban mi salud, conforme se iban manifestando. Ahora, en retrospectiva puedo ver que muchos de ellos tuvieron sus raíces en la situación familiar resultante del estado emocional de mi abuelo en el contexto mayor de los traumas ocasionados por dos guerras mundiales, la locura del régimen y la participación en la fabricación de sustancias dañinas. Él participó obligado. ¿Cómo debe haber sido la experiencia de los que estaban contentos de tener un trabajo y poder mantener sus familias a base de fabricar la pólvora que mató e hirió a tantas personas en todo el mundo? En cuanto a mi propia salud, si no hubiera hecho el trabajo interior de todos esos años, estoy segura de que a estas alturas estaría muerta o muy enferma. Y aquí me tenéis, feliz, agradecida y gozando de buena salud.

El proyecto del póster sobre el exceso de tensión involuntaria y el agua que mantiene los tejidos del cuerpo flexibles y elásticos acaba el martes 6 de septiembre https://goteo.org/project/cristal-liquido?lang=es. Después de esta fecha ya no será posible hacer aportaciones. No obstante, la página del proyecto seguirá abierta a todo el mundo que quiera conocer o usar los materiales que tuve la oportunidad de elaborar para este proyecto durante los meses de junio, julio y agosto, con algunas imágenes menos que debo retirar en cuanto acabe el proyecto.

Muchas gracias por tu interés y apoyo.

Sinceremente,
Brigitte Hansmann

domingo, 26 de julio de 2015

Las huellas de la historia en el propio cuerpo

                    In English here                      Auf deutsch hier

¿Cómo es que los seres humanos repetimos cosas que nos habíamos propuesto hacer totalmente diferente de cómo las hicieron nuestros antecesores? ¿Cómo es que tantos ciudadanos alemanes caen en la misma conducta que vuelve a escenificar el episodio más oscuro de la historia alemana del siglo 20, la de echar culpas a un chivo expiatorio? Escribo sobre Alemania aquí porque soy alemana, pero las personas de todas las nacionalidades caen en la repetición de dinámicas colectivas inconscientes, a no ser que deliberadamente se ocupen de tomar consciencia.


No es fácil mirar hacia dentro y enfrentarse con las propias sensaciones. Mucho más difícil todavía lo es cuando se trata de sensaciones adoptadas de generaciones anteriores. Para las personas que vivieron durante las dos guerras mundiales y el Tercer Reich, en primer lugar se trataba de sobrevivir y, luego, de dejar el horror atrás cuanto antes. Uno supera muchas cosas, las envuelve en silencio y la vida sigue. Pero dejan huellas que se convierten en síntomas y enfermedad o conductas auto/destructivas, mientras no se reconocen y se llevan a un tratamiento o una acción eficaces.

El estrés postraumático reprimido y la vergüenza y la culpa negadas a consecuencia de la primera guerra mundial crearon las condiciones para el Tercer Reich y la segunda guerra mundial. Quienes no toleraron una libra de culpa, luego, se encontraron con una tonelada. Cuando uno reprime lo que siente y lo proyecta sobre un chico expiatorio, la vergüenza y la culpa van en aumento y se corre el riesgo de repetir las dinámicas reprimidas. Los seres humanos repetimos lo que no queremos recordar.

Si una persona pasa vergüenza por haber hecho algo malo, esto es sano, porque lleva a corregir lo que se hizo mal. Pero cuando uno se avergüenza por lo que es o por cómo es, esto es tóxico, altamente nocivo para la salud. Lo que una persona adulta reprime mediante la tensión involuntaria de sus músculos para apartarlo de su conciencia, un niño lo siente directamente en su propio cuerpo. Carece de toda posibilidad de entender que en realidad está percibiendo sensaciones que sus padres o abuelos no toleran. Lo único que saben es que resulta muy desagradable y amenazante. Puesto que esas sensaciones se encuentran en su propio cuerpo, parece como si formaran parte de cómo es. Por lo tanto, también esta generación pondrá todo su empeño en apartar esas sensaciones de la conciencia. Las consecuencias: síntomas, enfermedad, comportamientos auto/destructivos, etc., generación tras generación.

De este modo personas que ni siquiera habían nacido en el momento de los sucesos llevan las huellas del terror, de la culpa y la vergüenza en sus cuerpos. Por lo general nadie quiere saber nada de toda esa historia. Algunos incluso se creen con derecho de juzgar a sus antepasados. A fin de cuentas, ellos mismos no participaron en los hechos. De las personas que durante el Tercer Reich fueron niños tampoco se puede decir que tuvieran culpa de los sucesos.

Pero quien nació en Alemania de padres alemanes pertenece al pueblo alemán de forma irrevocable. Esto no cambia mientras uno viva. Cuanto más uno esté a la defensa contra las implicaciones de esta pertenencia, tanto más poder adquieren sobre la persona. Aparte de los traumas no resueltos transmitidos por vía genética, durante los primeros años de vida muchas cosas se transmiten directamente de cuerpo a cuerpo, mente a mente a través de sensaciones. Lo que una persona adulta aparta de su conciencia a través de la tensión de sus músculos, un niño lo adopta en la misma forma. Luego crece a la defensiva contra algo, reprimiendo algo de lo que ni siquiera sabe lo que es. Ni siquiera se da cuenta de que esté reprimiendo algo, a la defensiva contra algo. A fin de cuentas, es lo normal, siempre fue así.

Esta clase de sensaciones se encuentran por debajo del umbral de la conciencia de una gran parte de la humanidad azotada por guerras y violencia, y en especial también en la población alemana, y en la mayoría de casos se proyectan hacia fuera sobre otros. Es posible tener acceso a esas sensaciones y aprender a dejar la carga emocional adoptada de generaciones anteriores donde pertenece para poder ocuparse de las cosas que realmente pertenecen al ámbito de la propia experiencia presente.

Como más tarde, en la segunda mitad de la vida las cosas que se sacrificaron –sin saberlo- para conquistar un lugar en el mundo empiezan a hacerse notar. Un niño no puede hacer otra cosa que amar y adaptarse por completo a la resonancia del entorno familiar. Esto puede significar que un verdadero intercambio amoroso sea imposible porque los padres o los abuelos están aterrados, traumatizados, avergonzados a muerte por la culpa colectiva y su organismo se sobrepone de forma automática a las sensaciones intolerables. Los cuidados amorosos se convierten en un deber que se cumple, no porque no haya amor, sino porque este no puede fluir.

En algunas personas elegidas la vida llama la atención más temprano sobre el hecho de que algo no va bien. A veces los síntomas de enfermedades impiden seguir el mismo rumbo que antes, a veces son comportamientos auto/destructivos, tales como las adicciones (incluyendo la adicción al trabajo), la violencia y el abuso de poder y también el reflejo reverso de la actitud de víctima impotente. A pocas personas se les ocurre que podría tratarse de huellas de la historia colectiva. Cada persona lleva la historia de su familia, de su país y de toda la humanidad en su propio ser, incluso la historia del origen de la vida y del universo en sí, y puede sacar nueva vida y nuevas comprensiones de ella.

El desarrollo siempre ocurre en etapas, paso a paso. A veces es posible dar un gran paso, algunos pasos posiblemente son más chiquitines, pero cada paso es importante. Cuando queremos ahorrarnos uno, tropezamos. Si no tenemos en cuenta el legado de nuestros antecesores, nos lo encontramos de cara en la próxima esquina. Ciertamente podemos echar las culpas a otros, Pero esto no nos acerca a una solución de la problemática. ¡Todo al contrario!

El cuerpo de cada persona es una parte de su país y de su pueblo. Cada uno puede aprender a sintonizar el propio cuerpo con los campos de fuerza mayor del mundo. Mientras estamos a la defensiva, incluso si es contra la injusticia, la explotación y la violencia, estamos enfocados en esas cosas y estamos bajo su efecto. Pero si nos alineamos con respecto a las coordenadas del campo gravitatorio, ganamos estabilidad y fortaleza, porque cualquier cosa que hagamos cuenta con el apoyo del planeta entero.

Mientras nuestra conducta está determinada por patrones inconscientes que en parte hemos desarrollado nosotros mismos y en parte hemos adoptado de nuestro entorno directo, estamos como posesos e incapaces de pensar claramente. Pero si reconocemos estos patrones, podemos trabajar con lo que es nuestro realmente y encontrar la manera de dejar las viejas historias donde pertenecen, donde podemos verlas y aprender de ellas.

Admito que esto no es una tarea fácil. Pero protege y cuida la salud del propio cuerpo, de la propia psique y también de la sociedad, de la humanidad y la naturaleza en general.

En la profundidad del propio cuerpo se pueden encontrar las huellas de la historia que entorpecen el desarrollo del individuo y del colectivo y ponerlas al servicio del desarrollo de alternativas eficaces.

Los participantes en el taller “Las huellas de la historia en el propio cuerpo” exploran sus patrones a través de los movimientos cotidianos de respirar, estar tumbado, estar sentado, estar de pie, caminar y comunicarse, individualmente, en secuencias guiadas y en exploraciones en parejas, en grupos pequeños y en el grupo completo. La parte teórica del taller proporciona la información necesaria para comprender los mecanismos del trauma y los patrones que se generan a su alrededor y para descubrir cómo se manifiestan en la relación entre el cuerpo y el campo gravitatorio de la Tierra.

El formato del taller proporciona experiencias y conocimientos que aportan un valor adicional para profesionales de la salud física y psíquica, de la educación, del arte, del mundo de la empresa, del deporte y muchos otros, pero no requiere una formación previa. Un requisito indispensable es la voluntad de desarrollar cierto nivel de sensibilidad que permite percibir sensaciones en el cuerpo, sean placenteras o dolorosas, y aprender a gestionarlas para poder atender, de un modo eficaz, a las partes de la propia persona atrapadas en el conflicto con los campos de fuerza mayor del mundo. El taller proporcionará las herramientas para desarrollar esta sensibilidad, aunque la persona haya invertido mucha energía en insensibilizarse y no sepa cómo percibir su cuerpo.



Más información y contacto: www.dfa-europa.com

viernes, 24 de julio de 2015

La recta final – 4 días

La salud pública estaría mejor si se atuviera a este proyecto de medicina preventiva y del tratamiento de dolor sin efectos secundarios indeseables. La calidad de vida de tantísimas personas estaría mejor. La convivencia entre personas  estaría mejor. La comunicación entre agentes sociales y la sociedad en general estaría mejor. Y todo esto por prestar atención a unos detalles muy simples, gratuitos además, y al alcance de todo el mundo. Sólo hay que aprender a soltar algunas tensiones innecesarias y atender a unos asuntos internos que llevan tiempo esperando pacientemente a que les llegue su turno. Si fuera fácil, todo el mundo lo estaría haciendo ya. Pero no importa que no sea fácil. ¡Lo que importa es que es posible! ¡Y altamente gratificante!
Ya sólo quedan 4 días: sábado, domingo, lunes y martes, para alcanzar el importe mínimo. ¡Hemos alcanzado un 54%! ¡Y esto en los tiempos que corren!
Me siento de lo más agradecida y conmovida. Y tengo esperanzas de que todavía podemos alcanzar la meta. Se me ha ocurrido un poco tarde ofrecer la posibilidad de patrocinio a empresas a cambio de un taller para sus empleados o para sus clientes, por ejemplo en el contexto de una campaña publicitaria. Por favor, pedid a los empresarios en vuestro entorno que patrocinen mi proyecto. Así con una aportación o dos ya alcanzaríamos el mínimo. Pero esto no quita que ¡cualquier aportación, por pequeña que sea, será de lo más bienvenida y apreciada!
¡Muchísimas gracias por participar en este proyecto!
https://goteo.org/project/cristal-liquido/updates/5621


viernes, 17 de julio de 2015

Auf der Spur der Geschichte im eigenen Körper

                       In English here                                              En español aquí

Wie kommt es, dass Menschen oft gerade die Dinge wiederholen, die sie eigentlich ganz anders machen wollten als ihre Vorgänger? Wie kommt es, dass so viele deutsche Bürger in das selbe Sündenbockverhalten verfallen, das die wohl dunkeltsten Aspekte der deutschen Geschichte des 20. Jahrhunderts wieder in Szene zu setzen? Ich schreibe hier über Deutschland, weil ich Deutsche bin, aber Menschen aller Nationalitäten verfallen in die Wiederholung unbewusster kollektiver Dynamiken, es sei denn, sie kümmern sich darum, sie zu Bewusstsein zu bringen.

 Foto © 2005 Olof von Randow
Es ist nicht einfach, nach innen zu schauen und sich mit den eigenen Gefühlen auseinanderzusetzen. Noch viel schwieriger ist es, wenn es sich um Gefühle handelt, die von früheren Generationen übernommen wurden. Für all diejenigen, die die beiden Weltkriege und das Dritte Reichs erlebt haben, ging es zunächst einmal darum zu überleben, und dann den Horror so schnell wie möglich hinter sich zu lassen. Man setzt sich über vieles hinweg, hüllt es in Schweigen und das Leben geht weiter. Doch bleiben Spuren zurück, die zu Symptomen werden und krank machen bzw. sich in destruktive Verhaltensweisen verwandeln, solange sie nicht erkannt und auf wirksame (Be-)Handlungen hingeleitet werden.

Verdrängter posttraumatischer Stress und verleugnete Scham und Schuld haben in der Folge des ersten Weltkrieges die Bedingungen fürs Dritte Reich und den Zweiten Weltkrieg geschaffen. Wem ein Pfund Schuld unerträglich war, auf dem lastete dann eine Tonne. Wenn man Gefühle verdrängt und nach aussen auf einen  Sündenbock projiziert, werden Schuld und Scham noch grösser, und  man läuft Gefahr verdrängte Dynamiken zu wiederholen. Menschen wiederholen, was sie nicht erinnern wollen.

Wenn man sich schämt, weil man etwas schlechtes getan hat, das ist gesund, denn es führt zu einer Berichtigung des Fehlverhaltens. Wenn man sich aber schämt dafür, was oder wie man ist, das ist toxisch, stark gesundheitsschädlich. Was Erwachsene durch die unwillkürliche Anspannung ihrer Muskeln unter die Bewusstseinsschwelle verdrängen, empfinden Kinder ganz direkt in ihrem eigenen Körper. Sie haben keinerlei Möglichkeit zu verstehen, dass sie eigentlich die Empfindungen wahrnehmen, die ihre Eltern oder Grosseltern nicht ertragen. Sie wissen nur, dass es sich höchst unangenehm und bedrohlich anfühlt. Und da diese Empfindungen sich im eigenen Körper befinden, scheinen sie zum eigenen Wesen dazuzugehören. Darum wird auch diese Generation alles daran setzen, diese Empfindungen unterhalb der Bewusstseinsschwelle zu halten. Die Folge: Krankheitssymptome, Krankheit, destruktive Verhaltensweisen, usw. Generation nach Generation.

So kommt es, dass Menschen, die zum Zeitpunkt der Geschehnisse noch überhaupt nicht auf der Welt waren, die Spuren der Angst, der Schuld und Scham in ihrem Körper haben. Im allgemeinen will keiner mit der ganzen Geschichte etwas zu tun haben. Manche glauben sich sogar dazu berechtigt, die eigenen Vorfahren zu verturteilen. Schliesslich haben sie da ja nicht mitgemacht!  Auch von Leuten,  die im Dritten Reich Kinder waren, kann man wohl kaum sagen, dass sie Schuld an den Geschehnissen hatten.

Aber wer in Deutschland geboren wurde, und noch dazu von deutschen Eltern, gehört unweigerlich zum deutschen Volk dazu. Das ist unabänderlich, solange man lebt. Je mehr man sich gegen die damit zusammenhängenden Umstände wehrt, um so mehr Macht gewinnen sie über einen. Abgesehen von den unverarbeiteten Traumata, die genetisch übertragen werden, wird in den ersten Lebensjahren vieles direkt von Körper zu Körper, Geist zu Geist, durch Empfindung übertragen. Was ein Erwachsener durch Muskelspannung unter die Bewusstseinsschwelle drängt, wird vom Kind ganz einfach in der gleichen Form übernommen.  Und so wächst man auf und wehrt sich gegen etwas und verdrängt etwas, von dem man noch nicht einmal weiss, was es ist. Im Grunde genommen merkt man noch nicht einmal, dass man überhaupt etwas verdrängt und sich gegen etwas wehrt. Es ist ja schliesslich ganz normal, war immer so.

Solche Empfindungen befinden sich unterhalb der Bewusstseinsschwelle bei einem grossen Teil der von Kriegen und Gewalt gebeutelten Menschheit, ganz besonders auch der deutschen Bevölkerung, und werden meist nach aussen auf andere projiziert. Man kann Zugang zu diesen Gefühlen gewinnen und es lernen, die von früheren Generationen übernommene Gefühlsladung dort zu lassen, wo sie hingehört, und sich um die Dinge zu kümmern, die tatsächlich zum eigenen Erfahrungsbereich gehören.   

Spätestens in der zweiten Lebenshälfte machen sich die Dinge bemerkbar, die man  -ohne es zu wissen- in der ersten geopfert hat, um sich einen Platz in der Welt zu erobern. Ein Kind stellt sich liebend voll und ganz auf die Resonanz seines familiären Umfelds ein. Das kann bedeuten, dass ein wahrer liebevoller Austausch unmöglich ist, weil Eltern und Grosseltern unter Schock stehen, sich aufgrund der kollektiven Schuld zu Tode schämen, und ihr Organismus sich automatisch über die unerträglichen Gefühle hinwegsetzt. Liebevolle Fürsorge wird zu blosser Pflichterfüllung, nicht weil die Liebe nicht da ist, sondern weil sie nicht fliessen kann.

Bei manchen vom Leben Erwählten wird die Aufmerksamkeit schon früher darauf gelenkt, dass etwas nicht stimmt. Machmal sind es die Symptome von Krankheiten, die es verhindern, dem bisherigen Kurs weiter zu folgen, oder zerstörerische Verhaltensweisen, wie Sucht (auch Arbeitssucht), Gewalttätigkeit und Machtmissbrauch, oder das dazugehörige Spiegelbild der machtlosen Opferhaltung. Doch kommt kaum jemand auf den Gedanken, dass es sich um Spuren der kollektiven Geschichte handeln könnte.  Jeder einzelne Mensch trägt die Geschichte seiner Familie, seines Landes und der ganzen Menschheit in sich, ja selbst die Geschichte der Entstehung des Lebens und des Universums an sich, und kann daraus neues Leben und neue Erkenntnisse schöpfen.

Entwicklung erfolgt immer in Etappen, Schritt für Schritt. Vielleicht kann man mal einen grösseren Schritt tun, manche Schritte sind möglicherweise kleiner, aber jeder einzelne Schritt ist wichtig. Wenn wir uns einen sparen wollen, stolpern wir. Wenn wir die Hinterlassenschaft unserer Vorgänger nicht in Betracht ziehen, wird sie uns an der nächsten Ecke entgegen kommen. Zwar können wir die Schuld auf andere schieben, aber einer Lösung der Problematik kommen wir so nicht näher. Ganz im Gegenteil!

Der Körper jedes Menschen ist ein Teil seines Landes und seines Volkes. Ein jeder kann es lernen, den eigenen Körper in Einklang mit den grösseren Kraftfeldern der Welt zu bringen. Solange wir auf Abwehr ausgerichtet sind, selbst wenn es Abwehr der Ungerechtigkeit, Ausbeutung und Gewalttätigkeit ist, sind wir auf diese Dinge ausgerichtet und stehen unter ihrem Einfluss. Wenn wir uns aber an den Koordenaten der Schwerkraft ausrichten, gewinnen wir an Stabilität und Stärke, denn jegliche Handlung kann dann mit der Unterstützung des gesamten Planeten vonstatten gehen.

Solange unser Verhalten von unbewussten Mustern bestimmt ist, die wir zum Teil selbst entwickelt haben und zum Teil von unserem direkten Umfeld übernommen haben, sind wir wie besessen und können nicht wirklich klar denken. Wenn wir diese Muster aber erkennen, können wir an dem arbeiten, was wirklich uns gehört, und daran, die alten Geschichten dort zu belassen, wo sie hingehören, wo wir sie sehen und von ihnen lernen können.

Ich gebe zu, dass dies keine leichte Aufgabe ist. Aber sie hegt und pflegt die Gesundheit des eigenen Körpers, der eigenen Psyche und auch die der Gesellschaft, der gesamten Menschheit und der Natur im Allgemeinen.

Man kann in der Tiefe des eigenen Körpers die Spuren der Geschichte entdecken, die der Entwicklung des Einzelnen und der Gemeinschaft im Wege stehen, und sie in den Dienst der Entwicklung wirksamer Alternativen nehmen.

Die Teilnehmer des Seminar "Auf der Spur der Geschichte in eigenen Körper“ erforschen ihre Muster durch ganz gewöhnliche Bewegungen des täglichen Lebens: Atmen, Liegen, Sitzen, Stehen, Gehen und sich Mitteilen, jeder für sich in geleiteten Sequenzen und in Experimenten mit einem Partner, in kleinen Gruppen oder in der gesamten Gruppe. Der theoretische Teil liefert die nötige Information, um die Mechanismen des Traumas zu verstehen, sowie die Muster, die im Umfeld des Traumas entstanden sind, und zu entdecken, wie sie sich im Verhältnis zwischen dem Körper und dem Schwerkraftfeld der Erde bemerkbar machen.

Das Format des Seminars liefert Erfahrungen und Kenntnisse, die für Tätige im Bereich der physichen und psychischen Gesundheitspflege, der Erziehung, der Kunst, des Unternehmens, des Sports und für viele andere von Wert sind, erfordert jedoch keinerlei Vorkenntnisse. Eine grundlegende Voraussetzung ist die Bereitschaft, ein gewisses Maβ an Empfindungen zuzulassen, so daβ es möglich wird, den Fluβ der Empfindungen im Körper wahrzunehmen, unabhängig davon, ob diese nun angenehm oder unangenehm sind, und es zu lernen, den Fluβ zu regulieren, denn nur so kann man sich wirksam um die Teile seiner selbst, die im Konflikt mit den Kraftfeldern der Welt gefangen sind, kümmern. Das Seminar liefert die nötigen Werkzeuge, um diese Art der Empfindsamkeit zu entwickeln, selbst wenn die Teilnehmer viel Energie darauf verwendet haben, ihre Empfindungen zu unterdrücken und sich nicht dazu in der Lage fühlen, ihren Körper wahrzunehmen.


Mehr Information und Kontakt: www.dfa-europa.com

martes, 14 de julio de 2015

La tensión involuntaria de los músculos reseca los tejidos

Descubre cómo puedes soltar la tensión involuntaria

 y asegurar una buena hidratación de tus tejidos


Charla el 22 de julio a las 20 h en ermie, Av. Príncipe de Asturias 21, local 4



El Movimiento Arquetípico de la Vida: La Respiración

Descubrir las huellas de la memoria histórica en el propio cuerpo


El martes, 21 de julio 2015 a las 19 h en el jardin del Olokuti os cuento lo que descubrí en el trabajo con centenares de personas a lo largo de 27 años de experiencia profesional como practicante de DFA.

Olokuti, c/ Asturias 36 - 38, 08012 Barcelona (junto al Metro Fontana)




Taller: Barcelona, 21 - 23 de agosto 2015 (multilingüe)

El Movimiento Arquetípico de la Vida: La Respiración