martes, 16 de septiembre de 2014

Rompí el hielo

Anoche di mi primer discurso en el Toastmasters International Club Sagrada Familia. Lo había concebido y ensayado en inglés como parte de una ponencia que voy a dar este fin de semana en el Scientific Medical Network en Suiza. A fin de cuentas el Club es bilingüe y es admisible hacer un discurso en inglés aunque el idioma de la sesión sea castellano, como lo fue anoche. Me lo sabía, en mis ensayos lo había hecho dentro del tiempo asignado y algunas veces hasta con tiempo de sobras. Durante uno de los ensayos con mi mentora lo hice incluso con una distracción monumental, ya que en el parque donde nos reunimos empezaron a hacer las pruebas de sonido para un concierto que iba a tener lugar allá más tarde.

Pero no conté con mi mimetismo. Uno de mis puntos fuertes en mi trabajo es la capacidad de sintonizarme de forma subliminal con las personas con las que entro en contacto. Esa noche, todos hablaron en castellano. Me sentía perfectamente integrada en el grupo y empecé a hablar … en inglés, tal como me lo había preparado. Dije que mi casa originalmente había sido en Geesthacht, una pequeña ciudad en el norte de Alemania y que desde 1980 era en Gracia… El desfase entre la sensación de conexión con la gente – estaba sintonizada con ellos en castellano- y el idioma en el que estaba hablando yo, durante un momento, produjo una sensación de escisión tal que me quedé totalmente perpleja. Cuando tenga más práctica seguramente aprenderé a aprovechar estos momentos como pausas que añaden dramatismo a mi discurso. En ese momento, para volver a ser una y a aplicarme a lo que había venida a hacer, no sabía hacer otra cosa que constatar mi desconcierto. No sé si lo hice en español o inglés. En todo caso, me volví a encontrar y el resto del discurso fue bien, aunque en la última frase también confundí las palabras. En total, creo que cumplí la intención de romper el hielo declarada aquí.





He aquí la traducción del discurso. Además añado algunas imagenes que anoche no mostré.

Las banderas de casa

Nací y crecí en Geesthacht, una pequeña ciudad en el norte de Alemania. Desde 1980 vivo en Gracia. Dejad que os describa las banderas de estos dos sitios y os diga qué significan para mí. La bandera de Geesthacht es blanca arriba y rojo abajo y lleva un escudo con un velero en el río y un sauce en la tierra. La bandera de Gracia es toda azul con un tallo con lirios blancos.
Durante más de 800 años las industrias principales de Geesthacht fueron las representadas en su bandera: el transporte de personas y mercancías sobre el río Elbe y la cestería. ¿Alguien entre vosotros sabe cómo huelen las ramas de sauce en remojo? Ese olor es uno de los tesoros de mi infancia.

Otro tesoro era Eberhard, el timonel del trasbordador sobre el río. Tenía cinco años cuando me enamoré de él. Era alto, guapo, con un cuerpo atlético y pelo rojizo rubio. La sonrisa que iluminaba su cara cuando me veía me tenía cautiva.

Hacía quince años que la segunda guerra mundial había acabado. Era la época de la guerra fría. Un silencio que pesaba toneladas parecía aplastarme durante toda mi infancia, adolescencia y joven adultez. En aquel tiempo no habría sabido nombrarlo. Pensaba que era algo en mí. Sólo sentía un malestar constante. Pensaba que era porque no soy suficiente, lo suficientemente guapa, inteligente, buena… o porque era demasiado. Llevaba un cabreo extraordinario. A medida que iba creciendo me esforzaba para sobreponerme a no sentirme suficiente. En cuanto al enfado probé el activismo político en varios grupos. Pero esto me hacía más enfadada aún. De hecho reproducíamos los mismos patrones que proclamábamos querer cambiar. Por esto tomé la decisión de convertir mi vida en el medio de mi acción política: la manera en la que gano dinero y lo gasto y cómo me relaciono con mi congéneres, conmigo misma y con la naturaleza en su totalidad. 

Me convertí en traductora porque pensé que podría ayudar a la gente a entenderse y llevarse mejor para convivir en paz. En 1980 me mudé a Barcelona porque se estaba creando una joven democracia y quería participar en el proceso. Pero encontré trabajo sólo en la industria y acabé ayudando a explotar y contaminar la naturaleza. Por tanto, como traductora era parte del problema, cuando yo quería ser parte de la solución.

Era claro que el único lugar en el mundo en el que tengo cierto grado de poder para decidir lo que va y lo que no va es el espacio que ocupo con mi cuerpo. Por tanto tenía que entender realmente como funciona. Reinvertí lo que ganaba como traductora para estudiar varias cosas hasta que encontré un método que me permitía trabajar exactamente de la manera que había imaginado. En 1988 recibí el certificado de practicante del Duggan/French Approach de Reconocimiento de Patrones Somáticos y he trabajado como practicante de DFA desde entonces. En el mismo año empecé también a practicar en lo que ahora se llama Denominación Yun Hwa de Budismo Social Mundial.

Tanto el DFA como mi práctica budista me ayudaron a entender cómo el silencio de mis años mozos había dado forma a mi vida, mi experiencia e incluso mi cuerpo, y que provenía de trauma generado por dos guerras mundiales y la locura colectiva transmitida a través de las generaciones. Una vez que entendí el silencio descubrí profundas raíces en mi tierra, representadas por el velero y el sauce en la bandera de mi ciudad: es que mi trabajo ayuda a las personas a navegar las aguas del inconsciente y a alcanzar la orilla de la conciencia. De las ramificaciones de sus experiencias tejemos bonitas cestas.
Con estas raíces, mi mente queda libre para moverse por el amplio espacio abierto significado por el azul de la bandera de Gracia. Los lirios blancos son una ofrenda que hago en honor a mis ancestros. Representan la tarea que mi maestra me dio cuando me dio el nombre de Gak Hwa, Realizar Flor.


Esto es lo que estas banderas significan para mí.

Brigitte Hansmann
Barcelona, September 16, 2014 


Podrás leer el discurso original en inglés aquí: The banners of home

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