Me había propuesto guiar los participantes hacia una experiencia de una relación entre el cuerpo y el suelo que les permite recibir el apoyo del campo de fuerza mayor de la Tierra, que está a nuestro alcance en todo momento solo con orientarnos en este sentido. Sin haber tenido una experiencia, por breve que sea, de cómo es poder contar con este apoyo, cuesta imaginarse el alcance que puede tener y la dimensión que brinda a la propia vida. El contacto físico es una de las herramientas más potentes para lograr lo que me había propuesto, pero con mis manos era imposible tocar cada uno de casi 200 personas a la vez. Tenía que hacerlo con mis palabras y mi presencia.
Para poder crear ese contacto con mi audiencia elegí prescindir del ordenador y de proyectar imágenes y textos en la pantalla, aunque temía que, sin esa ayuda visual no iba a ser capaz de seguir la estructura del discurso que había preparado. Pero estaba dispuesta a correr el riesgo de perder el hilo. Y así fue. Dejé de decir cosas esenciales, dije más de la cuenta y el hilo se me enredó en más de una ocasión. Aun así, creo que valió la pena. Sentí que, en efecto, mis palabras tocaron a muchos de los participantes lo suficiente como para que vislumbraran los beneficios inherentes a una buena relación entre el cuerpo y el campo gravitatorio de la Tierra.
Hay muchas vías y formas de tener una vida interior de compromiso. En un cuerpo en equilibrio a base de apoyo, en el que todos los segmentos se apoyan sobre los que tengan debajo, el espacio interior está abierto. Ofrece condiciones ideales para una interioridad libre en su vinculación inseparable con el universo entero. Esa libertad y apertura brinda espacio a todas las formas de intercambio con el mundo exterior, las fisiológicas y psicosociales, las que tienen lugar momento a momento, las que siguen distintos intervalos, las que son puntuales..., según la clase de intercambio de la que se trate. Por esto, tener una buena relación entre el cuerpo y el campo gravitatorio de la Tierra es un punto de partido excelente para cualquier práctica, cualquier relación y expresión del propio ser.
Otro aspecto en el que creo haber logrado tocar a los participantes en el simposio es uno que me importa especialmente: las formas en las que se manifiestan en el cuerpo de la generación actual, como por ejemplo en el mío, los residuos del estrés postraumático generado por el terror y las culpas de las guerras y dictaduras experimentados por nuestros padres y abuelos. Para acercarme a este tema aun hoy tengo que sobrepasar una barrera que antaño me impedía por completo darme cuenta de que el malestar en mi cuerpo podía tener algo que ver con sucesos que tuvieron lugar antes de que yo naciera.
Parecía haber una especie de prohibición innata hasta de mirar en esa dirección. De hecho, como ahora puedo ver, esta prohibición formaba parte de lo traumático en sí, a lo que se suman los mecanismos de defensa contra el trauma, entre ellos la negación. Sé que cuento no solo con el permiso de mis padres y abuelos para hablar de ello, sino que a estas alturas de mi vida lo entiendo como una tarea que me encomendaron. ¿Por qué sino me llevó mi padre a los terrenos de la fábrica de dinamita a mis cinco años? ¿Y por qué, más o menos a la misma edad, mi abuelo me llevó a los terrenos de la fábrica de pólvora donde había sido oficial en la guardia de seguridad? No fue para que viera los ciervos y los árboles en el bosque... No dijeron nada. Mis padres fueron niños y adolescentes durante el Tercer Reich y la segunda guerra mundial. La idea que yo tuve hasta el año 2013 era que mi abuelo no hizo más que procurar mirar hacia otro lado durante el régimen nazi y la guerra, ¡y resulta que tuvo un cargo de mando! Lo podría haber sabido, pero parece no haber alcanzado mi conciencia. Desde lluego, no me lo contaron. En todo caso, las imágenes de los edificios dinamitados cubiertos de vegetación dejaron una profunda impresión en mi psique, que permaneció cubierta, disimulada, latente hasta aflorar poco a poco a lo largo de más de diez años. Su significado empezó a revelarse cuando comprendí la conducta de mi abuelo en el contexto de lo que iba aprendiendo sobre las condiciones del régimen y la guerra y su participación activa.
Las dificultades que encuentro cuando me dispongo a hablar de las huellas de experiencias traumáticas en los descendientes de quienes las sufrieron me dan una medida de la inmensidad de la prohibición en nuestras mentes. Si yo tengo las dificultades que tengo con tanto trabajo de integración hecho, ¿cómo debe ser para las personas que no están dispuestas ni siquiera a mirar hacia dentro? Al escribir sobre ello, dispongo de tiempo para ordenar y reordenar las palabras, orientar y reorientar la atención. Hablar de ello con mesura en un tiempo acotado es otra cosa muy distinta. Hablar con una persona o unas cuantas es distinto de hablar ante un centenar o dos, sobre todo queriendo ser receptiva a la energía de la gente. Puede que una parte de mis dificultades se deba a que simplemente no soy lo suficientemente buena como oradora para hacerlo o que carezco de práctica de hablar ante audiencias grandes. Pero creo que lo que me hace perder el hilo, sobre todo, es que se activan la parálisis y la confusión típicas del trauma y de los mecanismos de defensa que heredé de mis antecesores y que tuvieron presos a mi organismo y mi psique durante tantos años. Tengo la esperanza de que, con la práctica, la carga química y energética siga reduciéndose, tal como lo viene haciendo desde que emprendí la tarea de dar voz a esta parte de la humanidad encarnada en mí, y mi capacidad de gestionar el impacto de la energía emocional de mi audiencia vaya en aumento.
Sobreponerme y hablar desde la seguridad de la comprensión racional y los datos objetivos no es una solución. Es desde el lugar de la experiencia sentida que debo hablar para que pueda establecer la clase de contacto que me permita guiar la gente hacia una experiencia sentida del apoyo disponible en el campo gravitatorio de la Tierra. Ya no me aterra ni me avergüenza sentir que no soy suficiente, que no soy lo suficientemente esto y lo otro. Todo al contrario, reconocer que no soy suficiente me permite extenderme hacia los demás para poder hacer juntos lo que hace falta hacer. Es emocionante, altamente gratificante y profundamente reconfortante poder hacerlo de una forma tan práctica, directa e inmediata, como es posible a través del trabajo con el reconocimiento de patrones somáticos.
Cada uno de nosotros es un portal a la conciencia global con pleno acceso a la totalidad. Por tanto, creo que cada persona dispuesta a mirar y reconocer en su propio cuerpo y su propia vida los rastros de las experiencias que sus padres y abuelos no fueron capaces de procesar y asimilar hará las barreras más franqueables. Con el tiempo, tal vez, hasta logramos hacerlas desaparecer del todo. Como mínimo las hará reconocibles de modo que podamos aprender a movernos con conciencia para crear vías de comunicación y convivencia en paz, en vez de ser arrastrados a ciegas a conductas que perpetúan el conflicto.
Estar en contacto con la experiencia directa del estrés postraumático, sentirlo en el propio cuerpo, en la propia vida suele resultar intolerable para las personas que lo sufren, independientemente de si se trata de víctimas, perpetradores, testigos o personas que apartaron la mirada para no ver lo que pasaba. Los mecanismos de defensa que desarrollaron para hacer frente a lo peor suelen transmitirse también a los descendientes, igual que los síntomas del estrés e incluso imágenes de lo que sucedió. Si no fueron capaces de procesar las experiencias traumáticas lo suficiente como para poder reconfigurar esos mecanismos y conseguir que las experiencias del pasado dejen de abrumarlos en la vida presente, estas se reflejan en la vida de la generación siguiente y pueden llevar a una ciega repetición.
No disponer de la información necesaria para procesar y asimilar la experiencia sensorial de algo que no se ha experimentado en carne propia dificulta el proceso inmensamente. En todo caso, la sensación de vinculación y apoyo son imprescindibles para poder hacerlo. La falta de información, vinculación y apoyo perpetúa tanto el trauma como los mecanismos de defensa en un eterno ciclo de repeticiones. Por tanto, hacer preguntas concretas a las personas que tuvieron experiencias traumáticas sobre las condiciones traumáticas que vivieron, con tacto, ayuda a los ancianos, los jóvenes y los de mediana edad. Aunque esto ya no sea posible, porque las personas en cuestión no siguen con vida, uno puede encontrar la vinculación y el apoyo necesarios en una buena relación entre el cuerpo y el campo gravitatorio. Pero hay que aprender a recibirlo y luego practicarlo día a día. La información aparecerá, como mínimo en forma de indicios que llevan a la mente investigadora a descubrir lo que necesita saber.
La explotación abusiva de la naturaleza por hombres (y mujeres suscritas al orden patriarcal) ha alcanzado un grado de destrucción tal que no podemos permitir que la ciega repetición de patrones inconscientes continúe. Necesitamos un plan concreto para una actuación individual y colectiva que conduzca hacia el reconocimiento de la humanidad como parte integrante de la naturaleza y nos ayude a apreciar, cuidar y protegerla.
El Plan de Valores
El Simposio de Interioridad Comprometida fue organizado por la Plataforma País Consciente, que nació de la experiencia de crear el Plan Nacional de Valores que propone estrategias orientadas hacia este fin.En el año 2011 el gobierno de Cataluña decidió impulsar junto con la sociedad civil un proyecto orientado a inspirar y promover una cultura cívica que da una respuesta adaptativa, desde los poderes públicos, a los grandes retos que las personas y el conjunto de la sociedad plantean.
El Plan de Valores propone un modelo de país con bases éticas, que prioriza el bienestar integral y el bien común pensando en las futuras generaciones. Y lo hace a través de un nuevo sistema de democracia participativa y colaborativa, de relación y de compromiso entre los ciudadanos y el gobierno.
El documento cuenta con la colaboración de un colectivo de persones plural y heterogéneo, de persones independientes, constituidos en veinte grupos de trabajo que corresponden a diecinueve de los ámbitos temáticos que configuren nuestra sociedad, y al eje transversal persona.
El Plan de Valores despliega líneas estratégicas y objetivos para cada uno de los ámbitos temáticos con los que se estructura. Más adelante, estas líneas y objetivos se acompañarán con propuestas de acciones para hacer los objetivos planteados operativos y lograr las aspiraciones previstas.
He aquí el documento de síntesis en castellano, aquí el documento entero en catalán.
Lealtad
El domingo, 4 de febrero, empezó a entrar la energía del nuevo año lunar, un año del perro, según la astrología china. Todo el mundo sabe que una característica típica del perro es su lealtad. La Suprema Matriarca de la Yun Hwa Sangha de Budismo Social, Ji Kwang Dae Poep Sa Nim, destaca lo importante que es, especialmente en este año, ser leal a la verdad y al reconocimiento de que todas las formas de vida son interconectadas y pertenecen a un todo coherente.Un aspecto menos conocido de la personalidad del perro es su tendencia a acomodarse a lo que se proyecta en él. Creo que tener presente esa tendencia nos ayudará a darnos cuenta de las proyecciones propias y las de otros para ser capaces de responder sin reactividad, en la comprensión de que la proyección está expresando algo al interior de la persona que lo proyecta porque le resulta intolerable reconocerlo como propio. Lo que fue intolerable en un momento determinado, en unas circunstancias determinadas, no tiene por qué serlo también en la actualidad. Tal vez sea doloroso, vergonzoso o desagradable. Pero procesarlo, asimilar lo que puede tener alguna utilidad para el organismo o la psique y desechar lo que no tiene ninguna utilidad es preferible a llevarlo consigo eternamente por debajo del umbral de la conciencia donde genera enfermedad, conductas mal adaptadas, soledad, fracasos y bancarrotas. Solo así es posible aprender de los errores y dejar el pasado ser pasado sin reproducirlo ciegamente una y otra vez en el presente.
La apertura del espacio interior del cuerpo posible en una buena relación entre el cuerpo y el campo gravitatorio de la Tierra nos ayudará a dejar la energía de lo que parece intolerable en el propio cuerpo fluir hacia el suelo, lo mismo que la energía proyectada por otros, sin dejarnos arrastrar por ella sino concediéndole un cauce por donde puede fluir. Nos ayudará a encontrar formas creativas de responder a lo que venga para reconducir lo intolerable de la situación. Así, tal vez, logramos que el perro se acomode a la proyección de la energía creativa liberada al resolver los mecanismos de defensa contra antiguos registros de experiencias traumáticas, ya sean propias o heredadas. Tal vez así encuentre vías nuevas de organizar la convivència según los valores universales en paz y libertad para todos.
La ponencia sobre la relación entre el cuerpo y el campo gravitatorio de la Tierra, está disponible en catalán en este blog, en la entrada un poco más abajo. En cuanto pueda la traduciré al castellano.
Sesiones individuales de DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos en Barcelona todo el año, en Cádiz de forma ocasional (la próxima ocasión 16, 17, 18 de marzo 2018)
www.dfa-europa.com
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