¿Qué puedes hacer al respecto?
La relación entre las partes del cuerpo involucradas en el malestar y el
suelo te revela pistas que te ayudan a entender qué,
exactamente, te hace sentirte mal. Te enseña cómo empezar a
ponerle remedio, incluso cuando parece que no haya nada que puedas hacer
al respecto. Descubrirás que eres capaz de mucho más de lo que te
habrías imaginado jamás, si cuentas con el apoyo del suelo.
Te propongo un experimento para hacerte una idea:
Pide a una persona
que empuje tus hombros hacia abajo, sin tirarte hacia atrás ni hacia
adelante. Saca pecho como un héroe, como si con todo tu cuerpo quisieras
demostrar que eres de lo más fuerte, el rey o la reina del mambo. Lo
más seguro es que la presión ejercido por la persona que empuja tus
hombros quebrará tu compostura sin que tenga que esforzarse mucho.
Si
encorvas los hombros sobre un pecho hundido, la presión te aplastará.
Intenta imaginarte el eje central de tu cuerpo y descansa en la medida de lo posible en lo que eres como ser vivo y en el mundo del cual eres una parte. Por más fuerte que empuje la otra persona, sentirás cómo creces bajo la presión.
¿Cómo abordas un asunto que te revuelve las tripas con sólo pensar en
ello? Sentirlo te pone enfermo y, si no lo haces, te pones seriamente
enfermo. Tu cuerpo es la única posibilidad que tienes de hacer algo
eficaz en tu vida, en el mundo. Es importante que lo cuides y atiendas
sus necesidades. Por más dolorosas que sean algunas de las cosas que
pasan en el mundo, por más impotente que te sientas frente a ellas, por
más rabia que te den y por más terroríficas que sean, siente la conexión
que existe entre tu cuerpo y su entorno, al dejar tu peso ser sostenido
por el suelo y el aire penetrar en lo más hondo del ser vivo que eres. Conectados con el suelo por debajo de nuestros pies y con el espacio
abierto a nuestro alrededor podemos, uno a uno, hacer que las cosas
vayan mejor, cada uno a su manera en los ámbitos a su alcance.