lunes, 18 de septiembre de 2017

Instalado en el no


Descubrir el “no” marca un momento crucial en el desarrollo de todo ser humano. Durante el primer año de vida vivimos inmersos en el campo de la familia. En ese período, en el sistema nervioso se desarrollan principalmente las estructuras responsables de la percepción sensorial y la coordinación motora. Durante el segundo año, poco a poco toman forma las estructuras necesarias para tener la conciencia de existir como un individuo, un “yo”, con preferencias, gustos y aversiones que pueden ser distintos de los de los demás miembros de la familia. Todo niño quiere poder hacer lo que hacen los mayores y, a los dos años, cuando descubre el no, empieza a poder practicarlo en cierta medida. Resulta frustrante encontrarse, una y otra vez, con los límites de las capacidades recién adquiridas, pero un niño sano se aplicará con perseverancia, o pedirá ayuda a un adulto, hasta lograr lo que se propone.

En esa fase de desarrollo, el “no” es una declaración de poder que ayuda al individuo a salir de la indiferenciación de una vida inconsciente y afianzar el centro de conciencia del “yo” incipiente. Es importante dar espacio a esa fase para que el niño pueda refinar la coordinación motora y adquirir las habilidades sociales que le permiten regular su conducta en la convivencia con los demás en la medida correspondiente a su grado de madurez. Saber decir que no es un paso imprescindible en el desarrollo de capacidades como, por ejemplo, el control de esfínteres o la planificación de la ejecución de deseos. Pero no es más que uno de los primeros pasos. No se puede saltar pero, para realmente adquirir ese control y esa capacidad de planificación, tienen que madurar muchas cosas, tanto en las estructuras físicas como en la comprensión y la conducta.

En el estadio inicial de indiferenciación, el sistema nervioso no dispone de estructuras para percibirse a uno mismo como un “yo” y a los demás como un “otro”, ni ninguna relación entre uno y otro.Toda comunicación, que a esa temprana edad consiste principalmente en sonidos y gestos, surge en relación con las sensaciones que tienen lugar en el propio cuerpo. La percepción de esas sensaciones es exquisita, en especial todo lo relacionado con las sensaciones de contacto con los cuidadores principales, normalmente los padres. Pero el procesamiento de la información que transmiten se limita a agruparlas en sensaciones parecidas dentro de las grandes categorías: agradable, desagradable, indiferente. El aprendizaje temprano se basa principalmente en ajustar la conducta para obtener sensaciones agradables y evitar las desagradables. Así, la plétora de información sensorial que transcurre en el cuerpo contribuye a la forma en la que el niño organiza su presencia en el mundo, su visión de sí mismo, del mundo y de lo que cree poder alcanzar en la vida. Las sensaciones relacionadas con culpas inconscientes y el estrés postraumático no resuelto, resultantes de las guerras y dictaduras del siglo XX, que los padres -y los padres de estos- se esforzaron por apartar de su experiencia consciente, así como los patrones de conducta que desarrollaron con este fin forman parte de la información sensorial que se transmite a través del contacto.

Con un apoyo adecuado, un niño supera sin problemas la edad del “no” y su coordinación motora, y sus habilidades sociales maduran para que pueda aprender todo lo necesario para convertirse en un adulto que, a la larga, incluso pueda llegar a actuar de maneras que ayuden a resolver la forma en que se manifiestan la culpa inconsciente y el estrés postraumático de sus padres y abuelos en su propia vida. Así estará en condiciones de hacer una aportación valiosa al conjunto de una sociedad comprometida con una convivencia en paz y democracia.

Pero sucede a menudo, especialmente en un entorno marcado por el autoritarismo, que determinadas fases de desarrollo no llegan a su conclusión y una parte de la persona se queda encallada en esa fase. El conjunto de la persona se adapta a los requerimientos de su entorno, se sobrepone a la parte encallada en la fase interrumpida y se esfuerza por no dejar espacio a las sensaciones desagradables relacionadas con ella. En momentos de una bajada de defensas por cansancio, enfermedad, estrés, pérdidas o periodos de cambio, sin embargo, esta parte aflora invariablemente, se hace sentir y se manifiesta en la conducta de la persona. Es como el eslabón más débil de una cadena, por donde esta tiende a romperse.

Una persona encallada en la fase del “no” puede haber desarrollado sus capacidades para convertirse en un hábil hombre de negocios, capacitado para desarrollar estrategias sofisticadas para generar beneficios, o incluso llegar a ser presidente, vice-presidente o ministro de un gobierno, pero su capacidad de contacto profundo y auténtico, consigo mismo y con los demás, de la que nacen la empatía y la compasión, quedó truncada en la fase inicial del centro de conciencia incipiente. Puede haber adaptado su conducta perfectamente a los requerimientos de su entorno, sin jamás manifestar el “no”, hasta que sucede algo que activa el complejo y la persona acaba poseída por la negativa que eclipsa las capacidades que tendría en condiciones normales. En ese estado, la persona es incapaz de percibir al otro, porque solo ve los aspectos inconscientes de la propia persona  que proyecta en los demás. Intentar hacer algo juntos con una persona en ese estado de posesión es imposible porque, para estar juntos, ambos tienen que poder percibir al otro, a sí mismos y la forma en la que se relacionan con el otro. Sin ello, no hay contacto, no hay unión, el otro queda anulado, engullido en la indiferenciación de la propia persona. En la relación entre padres e hijos cabe esperar que el adulto tenga una comprensión más madura de las dinámicas y la paciencia y tolerancia para contener el no del pequeño lo suficiente para darle los límites que le permiten desarrollar sus propias capacidades, sin engullir al hijo o a la hija en las expectativas que abrigaban para ellos.

Cuando esto sucede en las relaciones entre colectivos humanos, sin embargo, no es tan evidente reconocer dónde reside la autoridad. A un colectivo habituado a vivir bajo un régimen centralizado con una historia autoritaria, de entrada, le cuesta desenvolverse en una forma de gobierno más descentralizada, propia de una democracia participativa. Igual como sucede en un individuo con un centro de conciencia frágil, tiende a estar a la defensiva porque carece de la capacidad de asimilar información en conflicto con la constitución que desarrolló bajo las condiciones iniciales de su vida, es decir, la visión de sí mismo, del mundo y de lo que supone que la vida le depara. Se defiende a capa y espada porque teme ser aniquilado, si la identidad constituida es cuestionada. Cuando se activan los síntomas del estrés postraumático y de la culpa inconsciente, ya sean propios o heredados, un ego frágil intentará defenderse como si fueran ataques provenientes de fuera, sin darse cuenta de que lo que ve y lo que le pasa radica en la forma de su propio cuerpo y en cómo lo usa para relacionarse con los demás.

Por doloroso que pueda resultar que una proyección caiga y una falsa identidad se desmorone, es a partir de allí que será posible asimilar los contenidos rechazados, crecer, desarrollarse y crear relaciones significativas con uno mismo y con el resto del mundo. Para poder gestionar el impacto emocional de realidades dolorosas es necesario disponer de un centro de conciencia sólido, capaz de metabolizar los significados y las implicaciones que se desprenden de la interacción con los demás, capaz de reconocer que los límites de la propia libertad se encuentran allí donde topan con la libertad del otro.

Parece que algunas personas estén demasiado instaladas en su forma de ser y estar como para que les sea posible desarrollar un centro de conciencia sólido, porque la fragilidad de su ego les impide el acceso al ejercicio de la humildad, la tolerancia, la confianza, la responsabilidad y el amor, propios de un ser humano maduro. Es inútil esperar un trato maduro de ellos. A los demás les puede ayudar tener presente que el comportamiento pueril de esas personas surge de un aspecto infantil inconsciente, perdido en el aislamiento propio del trauma o de una culpa que es inconsciente por resultar intolerable al yo consciente. Tenerlo presente le ayuda a uno a ser paciente y a concederles un margen de tolerancia. Ayuda a comprender que decir que no permite a esas personas afianzarse y procurarse un módico margen de seguridad que les ofrece una ilusión de protección contra un peligro que perciben debido al trauma o la culpa inconsciente propios o heredados. Habrá que darles contención para que puedan madurar sus habilidades sociales y aprender a elaborar una forma de actuar que sea factible. Habrá que dar contención especialmente a la parte infantil perdida en el inconsciente y poder entrar en comunicación con ella para darle una experiencia de cómo es la sensación de relacionarse con alguien dispuesto a ayudarle a crecer y aprender. Sus proyecciones hacia los demás señalan la vía de acceso. El primer paso es ayudar a la persona a reconocerlas como propias. Para ello es importante no entrar en reacción a sus proyecciones, por más desagradables que sean, sino devolvérselas, tranquilamente, con amabilidad y firmeza, las veces que haga falta.

Reconocer las formas en las que uno ha organizado su experiencia en el cuerpo y desarrollar alternativas en consonancia con la realidad física y las coordenadas objetivas de la vida en la Tierra es un proceso imposible de llevar a cabo a solas. Es a través de la relación práctica con personas experimentadas en el tema que es posible rescatar las partes de la propia persona que en su día fueron relegadas al inconsciente por no tener el apoyo, la comprensión, ni los recursos necesarios para regular su experiencia. Es importante rescatarlas, porque solo así será posible crear relaciones significativas y de compromiso con la verdad, la paz y la democracia.

Brigitte Hansmann
DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos
Análisis de patrones arquetípicos
www.dfa-europa.com

jueves, 7 de septiembre de 2017

El cos no menteix

Quan veig personatges públics a la tele, em fixo en com es mouen, o no es mouen, mentre parlen. El seu cos em revela si diuen la veritat o menteixen. No són els gestos ni les postures que poden haver après com a tècnica de comunicació no verbal. Miro com s'estan en el seu cos en relació amb el referent objectiu de les coordenades gravitatòries -l’horitzontal i la vertical-, com ocupen l’espai amb el seu cos, com és la relació entre el cos i el seu entorn, el terra i l’espai al voltant, com ressona la veu dins el cos, com són els seus moviments. Em fa feliç viure a un país on alguns representants electes del poble comuniquen amb coherència; en tot el món no n’hi ha molts. Malauradament, abunden els qui menteixen.

Sens dubte hi ha qui menteix de forma intencionada, però, probablement, la majoria ni se n'adona. Realment es creuen el que diuen. No s'adonen que parlen de la projecció de la seva pròpia ombra. L’exemple més recent a la meva retina, aquest matí del 7 de setembre, és el de Soraya Sáenz Santamaría. Quan parla, es mou només a la superfície, l’interior del seu cos resta absolutament quiet. No hi té accés ningú, ni tan sols ella mateixa.

Igual que tots els éssers humans, també ella ha nascut amb una llum interna que li permetria tenir consciència de si mateixa. Quan un es posa davant d’aquesta llum, el primer que veu arreu, miri cap a on miri, és l’ombra de la pròpia forma projectada per aquesta llum. En principi és una bona cosa perquè, a través de les pròpies projeccions, un pot arribar a conèixer aspectes d’un mateix que és possible veure només a través de la imatge reflectida de la pròpia persona. Però fa falta una certa maduresa personal i ètica per tenir la humilitat de reconèixer les ombres projectades com a pròpies. La senyora Sáenz no s’adona que és ella, juntament amb els seus correligionaris, qui tracta la democràcia a puntades de peu. El to alliçonador de la seva veu revela que la seva creença de ser posseïdora de la veritat, capacitada per instruir-hi els altres, no té fonaments; més aviat té el gruix d’una capa de maquillatge que es posa a la cara. El gest de la seva boca diu molt més que les paraules que li ragen de la boca. Proveu posar la boca com ella. Quan ho faig, tot el meu cos s'encongeix. És com si hi hagués una pressió des de fora que fa estret l'espai a l'interior. En certa manera, em fa sentir com una nena petita enfadada perquè no li donen o no li deixen fer el que vol.

Parlo de la senyora Sáenz perquè va ser la penúltima imatge que vaig veure abans d’apagar la tele a la una de la matinada. Però també els senyors Rajoy, Montoro, García-Margallo, Fernández-Díaz, les senyores Díaz, Arrimadas i molts altres, fins i tot el senyor Iglesias, d’una forma o altra, comuniquen clixés i superficialitats desconnectades de la seva pròpia persona. La seva presència física diu una cosa molt diferent d'allò que diuen les seves paraules. Això és el que constitueix la mentida. La mentida és un recurs humà que permet gestionar l’experiència quan la intensitat emocional de la veritat , o les seves implicacions, són intolerables per a la persona. La veritat queda a l’inconscient i es fa visible només a través de la projecció, situant en els altres allò que no es veu capaç de tolerar en si mateix. En aquest sentit, la mentida compleix una funció d’autoprotecció i de defensa contra el reconeixement d’una veritat que destruiria la imatge que la persona s’ha fet de si mateixa i del món; trasbalsaria la seva capacitat de funcionar en el món de la manera que ho ha fet fins ara. Però això té un gran inconvenient: amb la mentida és impossible que hi hagi relacions humanes significatives, una adaptació eficaç a realitats doloroses, creixement i desenvolupament, en tots els nivells.

L’última imatge a la tele, abans d’asseure'm a fer la meditació i d'anar a dormir després de la jornada del dia 6 de setembre de 2017, va ser la del nostre president Carles Puigdemont, un parell de frases del seu discurs de just abans, a mitjanit. Quan parla, és tot ell qui parla. El que diu, ho diu de tot cor. El seu cos vibra amb la seva veu. És coherent, no només amb el que diu, sinó també amb com ho diu; la relació entre el seu cos i l’entorn que l’envolta és coherent. És coherent amb ell mateix i amb la funció arquetípica que compleix. Obre la porta a la possibilitat de relacions veritablement significatives entre persones i pobles, és a dir, a una comunicació capaç de resoldre conflictes i de crear una convivència democràtica en pau.

A l’altra banda, les rèpliques d’avui del Sr. Rajoy i les declaracions del fiscal general de l’Estat espanyol reflecteixen l’immobilisme personal i institucional, no només en les seves paraules, sinó també en el to de veu, els moviments respiratoris i la presència física. Vull creure que estan convençuts de dir la veritat, i tanmateix la seva presència física està en clara contradicció amb allò que diuen. I el cos no menteix. El seu cos reflecteix l’immobilisme que trenca la convivència democràtica. Reflecteix el predomini de l’exercici del poder i la incapacitat d’escoltar i prendre’s un temps per realment entendre el que s’està comunicant. Fa palesa la manca de reflexió i la continua reactivitat de les actituds del govern espanyol que trenquen la convivència democràtica. Les seves paraules ho situen tot allà fora, perquè així ho veuen ells. No s’adonen que estan veient l’ombra  que ells mateixos projecten.

No podré votar el dia 1 d’octubre perquè, encara que durant tota la meva vida laboral he contribuït a l’economia espanyola, m’he negat sempre a renunciar al meu passaport alemany, cosa que Espanya exigia per poder sol·licitar la nacionalitat espanyola. Però m’agradaria molt tenir un passaport català juntament amb l’alemany. M’agradaria viure en un país governat per representants elegits pel poble, que tinguin consciència de la interdependència de totes les formes de vida, una consciència encarnada, reflectida en la seva presència i en els seus actes. Els exemples dels representants del poble català que he esmentat em donen certa esperança que això pugui ser possible. Si més no, a Catalunya hi ha unes profundes arrels històriques de participació ciutadana en la vida pública d'un país mil·lenari. Mentre que la unitat d'Espanya, amb la qual els governants espanyols s'omplen la boca, va ser imposada, primer per desacatament a unes prescripcions testamentàries i desprès per la força armada, per persones que no tenen una tradició de participació ciutadana, sinó que es basen en l'exercici d'un poder centralitzat a un país que existeix des de fa relativament poc temps.

Puc oferir el meu suport professional com a experta en anàlisi de patrons arquetípics i reconeixement de patrons somàtics. L'anàlisi de patrons arquetípics em capacita per fer pronòstics quant a les possibilitats d’èxit d’iniciatives a partir de la seva coherència arquetípica. El reconeixement de patrons somàtics es basa en una intervenció física manual, acompanyada d'una educació de la consciència corporal, que ajuda a gestionar el cos i trobar la millor relació possible amb la força gravitatòria que ens ajuda a mantenir l’esma i generar energia per suportar les pressions constants del procés de viure. Tots dos serveis poden contribuir a una comunicació i presència eficaces. Poso aquests serveis professionals a l’abast de totes les persones que participen en el procés d’autodeterminació del poble català. Si en voleu saber més, podeu visitar www.dfa-europa.com o contactar-me directament.

En tot cas, encara que no em digueu res, sapigueu que compteu amb el suport de les facultats que he anat desenvolupant al llarg de la vida, per posar el meu cos i la meva psique en una relació determinada entre el terra i la persona o iniciativa en qüestió per tal que l’energia de la terra pugui fluir a través meu cap a ella per recolzar-la; en aquest cas, que la ciutadania catalana pugui votar sobre quina mena de país volem.

Moltes gràcies per la vostra feina!

Sincerament,
Brigitte Hansmann
www.dfa-europa.com