martes, 13 de septiembre de 2016

Tejidos bien hidratados, elasticidad, fluidez del movimiento, conectividad

Los tesoros escondidos en tu cuerpo (parte 4 de 4)

 

La tensión habitual reseca los tejidos

El exceso de tensión habitual reseca los tejidos y los vuelve pegajosos. Entonces, los músculos dejan de poder deslizarse unos respecto a otros y el cuerpo pierde su flexibilidad. Los movimientos se vuelven rígidos y los pensamientos también. También el sentir, tanto en lo sensorial como en lo emocional, se queda restringido a patrones repetitivos, con frecuencia, de un orden más bien desagradable.

Muchas personas usan la tensión física de sus músculos de forma automática e inconsciente para insensibilizarse frente a sensaciones que les resultan indeseables, provenientes de la relación con el mundo exterior o de su propio interior. Para algunos sucede justo el contrario de lo deseado; las tensiones que usan para protegerse contra el impacto sensorial los vuelven inmensamente sensibles, hasta tal punto que la relación con el mundo se les hace insoportable. La reacción automática e inconsciente: más tensión… ¡Un círculo vicioso!


Un referente objetivo

Es cierto que la tensión habitual es inconsciente y no la podemos soltar a voluntad, ni siquiera si llegamos a sentirla porque limita el movimiento o alcanza un grado de intensidad que produce dolor. Pero sí ¡es posible tomar conciencia de la relación entre las partes tensas del cuerpo y un referente objetivo, concretamente las coordenadas del campo gravitatorio de la Tierra: la horizontal y la vertical!

Al aprender a percibir la relación entre el cuerpo y el suelo, empieza a ser posible aprovechar el movimiento de relajación propio de la espiración para orientarse hacia el espacio central del cuerpo, lo más hondo del ser vivo que uno es, y desde allí hacia el suelo, las bases de apoyo en el mundo material del cual todos somos una parte. Entonces llega a ser posible también dejar las partes tensas que no podemos soltar participar en el movimiento de relación de la espiración.

Esto hay que aprender y practicarlo para ejercitar la percepción de esta relación y familiarizarse con las posibilidades inherentes en ella. Así descubres que hay formas de estar en el cuerpo en las que estás en una mejor relación con el suelo que en otras. Cuando estás en tu cuerpo en una forma en la que la gravedad puede sostenerte, la estructura de tu cuerpo está en equilibrio sin que tengas que usar tensión para compensar ninguna parte que esté fuera de equilibrio. A medida que vas cultivando la conciencia de la relación entre el cuerpo y su entorno, la tensión habitual va disminuyendo y descubres nuevas formas de relacionarte con tu entorno, no sólo en cuanto a lo físico cuerpo/suelo/espacio, sino también en cuanto a tu forma de sentirte y desenvolverte en la  relación con los demás y contigo.

Más fluidez y libertad de movimiento

Adquieres elasticidad en todos los sentidos. Cuando la tensión que reseca tus tejidos va disminuyendo, estos pueden volver a hidratarse de modo que tus movimientos sean más fluidos. A menudo zonas excesivamente tensas vienen acompañadas con otras excesivamente laxas donde se acumula líquido. En vez de hidratar los tejidos, el agua retenida en esas zonas constituye un obstáculo para la libertad de movimiento. A medida que vas encontrando una forma más equilibrada en tu cuerpo en relación con la gravedad, las zonas excesivamente tensas se van relajando e hidratando y las zonas demasiado laxas van drenando el líquido sobrante y recuperan movilidad. Al volver a participar en los movimientos del cuerpo, toda la musculatura puede desarrollar un buen tono. Esto te confiere una presencia más dinámica y flexible. Te mueves con más fluidez y libertad y eres más capaz de responder a los sucesos momento a momento sin quedarte atrapado en patrones habituales de conducta.

Prevenir inflamaciones

Hay indicios que sugieren que, además de resecar los tejidos, el exceso de tensión vuelva el agua de hidratación restante más ácido, creando un terreno abonado para inflamaciones las cuales, a su vez, pueden llegar a ser precursores de enfermedades más serias, como el cáncer y muchas enfermedades degenerativas asociadas a la edad. Recuperar una buena hidratación de los tejidos ayuda a prevenir un exceso de acidez, no sólo a través de la ingesta de bebidas y alimentos apropiadas a ese fin, sino porque una buena relación entre el cuerpo y el suelo, te permite descansar profundamente, en lo que eres como ser vivo y en el mundo del cual eres una parte inseparable. La buena tonicidad de los músculos que se desarrolla si confías tu peso al suelo facilita también la renovación del agua de hidratación. Literalmente la sensación de esa buena relación con el entorno es dulce.

Esto es posible adquirirlo incluso a una edad avanzada. Requiere que la persona esté dispuesta a sentir las sensaciones cuyo flujo, en su día, interrumpió mediante la tensión que luego se volvió habitual. No se trata de dejarse caer en esas sensaciones, de revolcarse en las emociones que habitualmente acarrean, ni de dejarse llevar por su flujo, sino más bien de tomar conciencia –y posesión- de las zonas del cuerpo en el que quedaron registradas y retenidas. Se trata de permitir que puedan seguir su transcurso para dejar lugar a lo siguiente.


Pon la atención en el lugar donde la sensación transcurre, más que en el significado que crees que tiene

Entender el mensaje que llevan, en muchos casos, es secundario. De por sí, las sensaciones no tienen ningún significado absoluto. Los significados que les atribuimos suelen derivarse de las circunstancias en las que aparecieron inicialmente. La tensión habitual los mantiene vigentes, normalmente justo por debajo del umbral de conciencia. Afloran cuando bajan las defensas o estamos cansados o estresados.

En la mayoría de casos se trata, más que nada, de suspender el rechazo automático que se expresa a través de la tensión que mantiene esas sensaciones a raya y de dejarlas fluir. En vez de intentar retenerlas –ya sea para apartarlas de la conciencia o para captar la información que traen-, es recomendable poner la atención en las zonas del cuerpo por donde transcurren, en la relación entre esas zonas y el suelo y en cómo hacerlas participar en los movimientos de la respiración. Si hay algo que el organismo o la psique necesita que sepas, en este proceso se pondrá de manifiesto. Pero una inmensa cantidad de sensaciones registradas en el cuerpo nos van informando de cosas que hace mucho que pasaron, y es cuestión de irlas soltando, una y otra vez, para poder discernir, más allá de lo que pasó, lo que es cierto en el momento presente.

Conectividad

El agua que hidrata los tejidos del cuerpo es como una red que se extiende a través de todo el organismo, desde la superficie hasta los rincones más diminutos y profundos, hasta el interior de los núcleos de las células. Es comparable a la fibra óptica que permite una transmisión de una inmensa cantidad de información a una velocidad muy grande. En cierto modo, debido al orden coherente del agua en nuestro organismo, somos como antenas, receptores y emisores de señales sutiles que conectan el cuerpo hasta con las estrellas más remotas del universo.

Sin ir tan lejos, la red de agua coherente que se extiende a través de todo el cuerpo puede compararse también con la pantalla de una tele de plasma o de un ordenador. Los movimientos de la respiración funcionan como una especie de salvapantallas, asegurando que siempre haya movimiento en la pantalla. Pero la tensión habitual interfiere con ese movimiento y mantiene amplias zonas del cuerpo quietas de modo que en ellas siempre se reflejan los mismos contenidos, manteniendo la persona anclada en aquellas circunstancias del pasado en las que la tensión tuvo su origen. Cualquier experiencia del momento presente se percibe a través de este filtro de modo que una percepción clara y verídica del presente es prácticamente imposible.

Cuando logramos soltar el exceso de tensión y los tejidos vuelvan a estar bien hidratados, la perspectiva de los sucesos en nuestra vida es fundamentada en una buena relación entre el cuerpo y el suelo, entre nosotros y nuestro entorno. De este modo tenemos más posibilidades de percibir con claridad lo que sucede y de encontrar un modo de colocarnos al respecto que facilita llevar las situaciones a un buen fin.

Hacer frente a la contaminación electromagnética

Cada vez más personas son afectadas por el aumento de campos electromagnéticos generados por aparatos eléctricos, móviles, antenas de telefonía móvil, wifis, aires acondicionados, etc. Estoy convencida de que las tensiones típicas de una mala relación entre el cuerpo y la fuerza gravitatoria, el suelo, hacen el impacto de esos campos más fuerte, dejando las personas más indefensas cuanto más se esfuerzan por protegerse contra las sensaciones generadas por el impacto de algo que está fuera de su alcance. Una buena relación con el campo de fuerza mayor del planeta, la gravedad, en cambio, creo que crea vías en el organismo por donde las radiaciones electromagnéticas puedan fluir y atravesar el cuerpo sin dejar un impacto tan fuerte. Esto no quita la conveniencia de observar una serie de medidas simples de “higiene electromagnética”, para reducir las exposiciones evitables, tales como por ejemplo apagar los wifis y los móviles cuando no están en uso.

Encontrar las pistas necesarias para descubrir los tesoros

Todos esos tesoros forman parte de nuestra naturaleza, pero están escondidos bajo capas y capas de tensiones que acumulamos a lo largo de los años sin darnos cuenta de ello. Es más, tendemos a identificarnos con el patrón de tensión habitual y creemos que somos tales como nos percibimos a través del filtro de esas tensiones, que el mundo es tal como lo percibimos a través de ese filtro y que lo que podemos lograr en la vida se limita a lo que queda dentro de los márgenes marcados por el patrón.

Siguiendo los pasos descritos arriba es posible tomar conciencia de las tensiones y de empezar a soltarlas a través de un proceso que es comparable a lo que comúnmente se conoce como meditación. En los últimos años se ha puesto de moda el término “mindfulness”. La conciencia de la relación entre el cuerpo y el suelo, la fuerza gravitatoria, resalta un factor muy práctico que facilita esas prácticas considerablemente. Para no perderse en las marañas de la propia mente, se recomienda contar con la ayuda de un guía, un maestro, si se tiene la suerte de encontrar uno.

La intervención manual, combinada con la educación de la conciencia corporal y el procesamiento de los contenidos mentales y emocionales, típica del DFA Reconocimiento de Patrones Somáticos, reune lo mejor de la meditación, del mindfulness, la educación del movimiento y de la terapia.  Es una herramienta de alta precisión que permite tomar conciencia de la tensión habitual, soltar el exceso y desarrollar formas más equilibradas de relacionarse con el entorno y uno mismo. Revela las pistas necesarias para descubrir, en fin, los tesoros escondidos en el cuerpo y poder disfrutar una vida adornada con esas joyas que son unos tejidos bien hidratados, elasticidad, flexibilidad, libertad de movimiento, conectividad, descanso profundo, regeneración, una respiración libre, equilibrio, capacidad de respuesta, creatividad, energía, luz, conciencia y muchas más.

Taller de DFA en el Midline Institute de Barcelona, 1 y 2 de octubre de 2016
www.dfa-europa.com

Elasticidad, fluidez del movimiento, conectividad con tejidos bien hidratados (parte 4 de 4)